Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



domingo, 22 de mayo de 2011

Carismática divina

La perra Blandi está rellena, lo que no le preocupa, sabe que es una simple consecuencia de su altura en la escala zoológica.
Ella es, y lo sabe, la jefa de la manada, sobretodo cuando suena el despertador y ella impertérrita sigue en su cama como los señores.
Su subordinado Paco no sabe que es su personal de servicio, porque ella disimula muy bien: se toma su trabajo en despistar para que parezca que es Paco el que manda, así, lo saluda efusivamente cuando entra en casa, deja que se salga con la suya de vez en cuanto y se come las croquetas de jamón que ni fu ni fa, pone cara de pena cuando se enfada al encontrarse un pipí por el suelo, le da ánimos cuando está triste subiéndosele encima para que no parezca que está solo en la vida, y le lame  hasta hacer que la rasque la barriguita o las orejas indefinidamente, lo que tanto le gusta y le compensa por los sacrificios anteriores.
Blandi lleva una dieta muy variada a base de comida casera y surtidos delicados ( escalopes, sanjacobos, codillos, pollos ) del asador de enfrente, tan cercano que ella disfruta con sus aromas característicos, excepto cuando tocan pimientos asados que la obliga a refugiarse en el despacho de Paco donde no llega el olor.
  Blandi es muy delicada y Paco lo sabe, por eso procura no llevarla la contraria demasiado y que se sienta a su aire; pero si Paco se pone pesado Blandi tiene sus recursos para salirse con la suya: Deja de comer, se enfada y vomita en la alfombra. Infalible, ya sabe la secuencia: cabreo, desesperación, viaje a la tintorería y regreso con solomillo del bueno.
Si Paco sigue portándose mal, rasga todo el rato en la puerta del dormitorio cuando se lleva a sus ligues y le hace quedar fatal.
Paco antes la llevaba al veterinario, pero hace años que Blandi se niega a asistir y se guarda debajo del sofá y muerde cualquier mano que se le acerque, hasta que la dejan en paz.
Como se ha aprendido la lección del parapeto bajo-sofá y no le gusta salir mucho porque: o hace frío o hace calor o llueve o está el suelo mojado, o apesta el barrio a la caca de los mastines que los gemelos pelirrojos no recogen, o huele a pimientos, o está de paseo la agresiva Kasillini cuya dueña se lleva tan bien con Paco y se paran a hablar hasta que la Kasillini enseña los dientes y se lanza a la yugular como una vampira hambrienta que hace que Blandi guarde las distancias gruñendo, o porque: - " No me da la gana que se está aquí muy agustito, leches, Paquito".
Ella cumple su papel y aunque a veces no la apetece salir, cuando ve que Paco tiene mucho interés baja a hacer pipí, lo hace frente al portal y sin perder un minuto da tirones de la correa y gruñe hasta que sube para arriba como si televisasen un Madrí-Barsa. Otras veces se niega rotundamente: " no salgo porque lo dicen mis santas posaderas descansaditas ".  
Luego, en las comidas va eligiendo menú improvisadamente guiándose por los diferentes aromas que la van ofertando y no come hasta que Paco va probando con paciencia sus preferencias y por fin acierta en bouquet y en cantidad. Si no le ríen el gusto se enfada y la alfombra vuelve a viajar.
Todo tiene sus inconvenientes, Blandi se ve más ancha que alta y ya no puede subir al sofá ella sola, pero da igual, lloriquea un poco y la sube el esclavo.
El esclavo, por solidaridad de los humanos con sus perros, cada vez está más gordo y también más quejica, luego se queja de que cada vez liga menos.
Viva la gente con carácter, personalidad y divino carisma.

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