El confesor lo sabía todo sobre él, y no por las confesiones que realizaba, pues, aquel traficante mentía sin pudor ni inteligencia en la propia confesión.
- No se por qué confiesa, si no dice una verdad ni por asomo.
Aquel mentecato no tenía problemas de identidad, se creía buena persona, un gran hombre de negocios.
- Este hipócrita en la confesión es prepotente, le gusta llevar las riendas, no solo no muestra signos de arrepentimiento alguno, además oculta, tergiversa, recompone, justifica lo injustificable, olvida y reclasifica, como si el acto voluntario de supuesta contrición fuese como uno de los muchos juicios a los que está acostumbrado a asistir en el Palacio de Justicia acompañado de los mejores manipuladores de la jurisprudencia.
Aquel mentecato no tenía problemas de identidad, se creía buena persona, un gran hombre de negocios.
- Este hipócrita en la confesión es prepotente, le gusta llevar las riendas, no solo no muestra signos de arrepentimiento alguno, además oculta, tergiversa, recompone, justifica lo injustificable, olvida y reclasifica, como si el acto voluntario de supuesta contrición fuese como uno de los muchos juicios a los que está acostumbrado a asistir en el Palacio de Justicia acompañado de los mejores manipuladores de la jurisprudencia.
El confesor sabía que era de lo más aborrecible de la sociedad. Pero, él no se consideraba un traficante de drogas, sólo que una de sus empresas operaba en el Caribe.
No consideraba que fuese un traficante de armas, sino que una de sus empresas se dedicaba a la compraventa de material pesado.
No consideraba que traficase con personas, solo poseía una red de establecimientos en carretera.
El confesor sabía que le chiflaban los tangas rojos y los slips ceñidos. Pero él solo ayudaba a la gente a ganarse la vida.
No consideraba que fuese un traficante de armas, sino que una de sus empresas se dedicaba a la compraventa de material pesado.
No consideraba que traficase con personas, solo poseía una red de establecimientos en carretera.
El confesor sabía que le chiflaban los tangas rojos y los slips ceñidos. Pero él solo ayudaba a la gente a ganarse la vida.
Por eso, al confesor le extrañaba que aquel corruptor tuviese remilgos y le hiciese aquellas preguntas sobre el destino de las almas y, sobre todo, preguntase por su hipotética salvación en el caso de que mostrase un “sincero” arrepentimiento. Le preocupaba condenarse "eternamente".
Por eso, le ofreció una salida y le habló del purgatorio.
El infierno se lo explicaba como una cadena perpetua y el purgatorio como una condena con fecha de caducidad.
- ¿ Usted cree que si empiezo a ser bueno, podré ir al menos al purgatorio, padre?. El purgatorio siempre fue un tema escabroso, el confesor no lo tenía claro como objetivo para la salvación del alma, no lo entendía bien, no sabía que sentido podría tener el “ aparcar ” durante media eternidad una serie de almas que con un poco de indulgencia podrían ir al cielo directamente, y si los asesinos podían llegar al cielo antes o después de que la eternidad hiciese la primera comunión:
– Qué sentido puede tener el infierno? No será como dos purgatorios o algo así.
– Qué sentido puede tener el infierno? No será como dos purgatorios o algo así.
Aquel señor de andares curvos y mirada distraída, que se dedicaba a comerciar con seres humanos de forma industrial, implicado en ajustes de cuentas con resultados letales, siendo más temible en las paces que en los desacuerdos, le preocupaba “ ir al infierno ”, y quería salvarse.
- Cómo me como este lomo ?.
El confesor, no obstante en su escepticismo, no podía dejar de pasar la oportunidad de influir para que aquel desalmado cambiase y entrase en la senda de los bien nacidos; así, no quiso dejar de ser complaciente:
– No que va, tu irás al purgatorio, al infierno van muy pocos, tu como mucho vas al purgatorio tres mil trillones de años.
- Y no es eso mucho tiempo?.
- Que va, que son esos pocos añitos, comparados con toda la eternidad.
- Entonces, no hay problema?.
- Si que lo hay, por que si no te portas bien en lo que te queda de vida se pueden multiplicar esos trilloncillos de años en cuatrilloncillos.
- Y qué puedo hacer?.
- Rezar, ser bueno con tus semejantes, hacer obras de caridad, desprenderte de los bienes terrenales, llevar una vida de entrega a la virtud y servicio a Dios y a tus semejantes, de acuerdo?
- Claro, ... usted cuando piensa que puedo empezar, eh ?.
- Cuanto antes, ahora mismo, sin más demora.
- Y no podía ser después de las vacaciones?.
- Oiga, pero usted cuanto piensa cambiar?.
- Mucho, mucho, ... pero poco a poco, eh?. Que no puedo abandonar los negocios hasta que mi niño pequeño sea mayor, que hay mucho carroñero suelto al acecho. Y Jenny, … ¡ es tan joven y bella ! un premio a mi segunda juventud.
Y una espina, … se cura con aspirina.
Este cabrón no se libra ni con dos eternidades y cuatro purgatorios para él solo.
Al infierno con él y toda su casta.
Este cabrón no se libra ni con dos eternidades y cuatro purgatorios para él solo.
Al infierno con él y toda su casta.