Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



sábado, 28 de mayo de 2011

El purgatorio del matón

El confesor lo sabía todo sobre él, y no por las confesiones que realizaba, pues, aquel traficante mentía sin pudor ni inteligencia en la propia confesión.
- No se por qué confiesa, si no dice una verdad ni por asomo.
Aquel mentecato no tenía problemas de identidad, se creía buena persona, un gran hombre de negocios.
- Este hipócrita en la confesión es prepotente, le gusta llevar las riendas, no solo no muestra signos de arrepentimiento alguno, además oculta, tergiversa, recompone, justifica lo injustificable, olvida y reclasifica, como si el acto voluntario de supuesta contrición fuese como uno de los muchos juicios a los que está acostumbrado a asistir en el Palacio de Justicia acompañado de los mejores manipuladores de la jurisprudencia.
El confesor sabía que era de lo más aborrecible de la sociedad. Pero, él no se consideraba un traficante de drogas, sólo que una de sus empresas operaba en el Caribe.
No consideraba que fuese un traficante de armas, sino que una de sus empresas se dedicaba a la compraventa de material pesado.
No consideraba que traficase con personas, solo poseía una red de establecimientos en carretera.
El confesor sabía que le chiflaban los tangas rojos y los slips ceñidos. Pero él solo ayudaba a la gente a ganarse la vida.
Por eso, al confesor le extrañaba que aquel corruptor tuviese remilgos y le hiciese aquellas preguntas sobre el destino de las almas y, sobre todo, preguntase por su hipotética salvación en el caso de que mostrase un “sincero” arrepentimiento. Le preocupaba condenarse "eternamente".
 Por eso, le ofreció una salida y le habló del purgatorio.
El infierno se lo explicaba como una cadena perpetua y el purgatorio como una condena con fecha de caducidad.
- ¿ Usted cree que si empiezo a ser bueno, podré ir al menos al purgatorio, padre?.
El purgatorio siempre fue un tema escabroso, el confesor no  lo tenía claro como objetivo para la salvación del alma, no lo entendía bien, no sabía que sentido podría tener el “ aparcar ” durante media eternidad una serie de almas que con un poco de indulgencia podrían ir al cielo directamente, y si los asesinos podían llegar al cielo antes o después de que la eternidad hiciese la primera comunión:
– Qué sentido puede tener el infierno? No será como dos purgatorios o algo así.
Aquel señor de andares curvos y mirada distraída, que se dedicaba a comerciar con seres humanos de forma industrial, implicado en ajustes de cuentas con resultados letales, siendo más temible en las paces que en los desacuerdos, le preocupaba  “ ir al infierno ”, y quería salvarse.
- Cómo me como este lomo ?.
El confesor, no obstante en su escepticismo, no podía dejar de pasar la oportunidad de influir para que aquel desalmado cambiase y entrase en la senda de los bien nacidos; así, no quiso dejar de ser complaciente:
– No que va, tu irás al purgatorio, al infierno van muy pocos, tu como mucho vas al purgatorio tres mil trillones de años.
-         Y no es eso mucho tiempo?.
-         Que va, que son esos pocos añitos, comparados con toda la eternidad.
-         Entonces, no hay problema?.
-         Si que lo hay, por que si no te portas bien en lo que te queda de vida se pueden multiplicar esos trilloncillos de años en cuatrilloncillos.
-         Y qué puedo hacer?.
-         Rezar, ser bueno con tus semejantes, hacer obras de caridad, desprenderte de los bienes terrenales, llevar una vida de entrega a la virtud y servicio a Dios y a tus semejantes, de acuerdo?
-         Claro, ... usted cuando piensa que puedo empezar, eh ?.
-         Cuanto antes, ahora mismo, sin más demora.
-         Y no podía ser después de las vacaciones?.
-         Oiga, pero usted cuanto piensa cambiar?.
-         Mucho, mucho, ... pero poco a poco, eh?. Que no puedo abandonar los negocios hasta que mi niño pequeño sea mayor, que hay mucho carroñero suelto al acecho. Y Jenny, …  ¡ es tan joven y bella ! un premio a mi segunda juventud.
 

Y una espina, … se cura con aspirina.
Este cabrón no se libra ni con dos eternidades y cuatro purgatorios para él solo.
Al infierno con él y toda su casta.
 

martes, 24 de mayo de 2011

Cómico aficionado busca corrector de textos.

El humor es empresa alto complicada, es difícil soltar la gracia, que caiga oportuna en una mente predispuesta para la sonrisa, que sorprenda al receptor y que funcione la risa o la comicidad.
En los espectáculos humorísticos destacan siempre un actor y un guionista(s), en los comic y comix se juntan para elaborar historietas guionista y dibujante en equipo tal que el lector no sabe diferenciar uno del otro ( Múñoz- Sampaio, Goscinny - Uderzo, Ramón y Cajal, etc ). En el teatro cómico un autor y un interprete(s), en los monólogos televisivos una estrella y un equipo de guionistas (y todo lo demás que permite la caja lista ).
En la viñeta clásica diaria el humorista trabaja sólo quizá para no repartir el escaso sueldo diario que no da para dos, hasta que no está consagrado - entonces ya no necesitas a nadie, y nadie sabe si te buscas un ayudante de confianza, como la pareja o familiar, que intuyo en un papel principal de apoyo moral y otros no menos importantes como la documentación y la preparación del material (histórico y técnico ), y porque no: el soplo de inspiración directa -. Luego hay eternos solitarios que trabajan solos su parte de guionista y que después juegan a ser los directores o interpretes de sus creaciones, pero no es bueno que " el hombre esté sólo", hay que dejar que coma más gente.

El humor gráfico (p. ej.) tiene dos   componentes fundamentales: el ingenio y el dibujo. Ambos se complementan y lo que le sobra a uno puede arropar alguna deficiencia del otro, un gesto, un salto de escena, una buena caída o tropezón. Además, tiene otros aderezos como la cercanía del tema tratado, lo burlesco, la sorpresa, el salto de cama, la ambigüedad, los dobles sentidos, el juego de palabras, lo grotesco, lo picaresco, lo satírico, y un amplio etc, etc, etc.
Necesita tres medios materiales fundamentales: papel, lápiz e inspiración creativa.
Ahora, con las nuevas tecnologías, se ha complicado todo, se necesita: material base ( ordenador, escaner, impresora, etc. ), un programa informático, o dos, material de archivo, pulso con un pincel guiado por el ratón para hacer los arreglos y seguro que un montón de cosas más que todavía desconozco. Y experiencia, mucha experiencia activa profesionalizada ( lo realizado como aficionado no vale por carecer de la auto exigencia del que piensa que lo puede ver alguien ... de aquí el mérito de un blog). 
        Luego, hay que dominar la sistemática, los " input", los " ouput ", y todo lo demás.
 Lo bueno de las TICs  es que puedes lanzar el producto creado a los cuatro vientos sin que todavía tengas maduro el proceso, y como no cobras y todo es virtual, nadie te puede echar la bronca por ello ( Bueno, se supone que la gente es discreta. Sean ustedes condescendientes, Einstein aprendió a escribir a los nueve años y yo solo tengo quince; la gente exigente que sea  magnánima y no lo comente en público, yo prometo superarme poco a poco.
Lo importante es que la inspiración te pille trabajando, alguna vez será. 
El lector no siga en curiosidad masocana, no pierda más el tiempo y vaya ahora mismo a ver la viñeta diaria de los gran: Idigoras, Forges, El roto, etc. ). Si continua en su empeño: ahí queda eso.



Lo advertí, comprueben el resultado. Ahí queda eso. Esto, lo otro. Y todo aquello.
 Se busca corrector de textos experimentado en nuevas tecnologías.

Continuará.

domingo, 22 de mayo de 2011

Carismática divina

La perra Blandi está rellena, lo que no le preocupa, sabe que es una simple consecuencia de su altura en la escala zoológica.
Ella es, y lo sabe, la jefa de la manada, sobretodo cuando suena el despertador y ella impertérrita sigue en su cama como los señores.
Su subordinado Paco no sabe que es su personal de servicio, porque ella disimula muy bien: se toma su trabajo en despistar para que parezca que es Paco el que manda, así, lo saluda efusivamente cuando entra en casa, deja que se salga con la suya de vez en cuanto y se come las croquetas de jamón que ni fu ni fa, pone cara de pena cuando se enfada al encontrarse un pipí por el suelo, le da ánimos cuando está triste subiéndosele encima para que no parezca que está solo en la vida, y le lame  hasta hacer que la rasque la barriguita o las orejas indefinidamente, lo que tanto le gusta y le compensa por los sacrificios anteriores.
Blandi lleva una dieta muy variada a base de comida casera y surtidos delicados ( escalopes, sanjacobos, codillos, pollos ) del asador de enfrente, tan cercano que ella disfruta con sus aromas característicos, excepto cuando tocan pimientos asados que la obliga a refugiarse en el despacho de Paco donde no llega el olor.
  Blandi es muy delicada y Paco lo sabe, por eso procura no llevarla la contraria demasiado y que se sienta a su aire; pero si Paco se pone pesado Blandi tiene sus recursos para salirse con la suya: Deja de comer, se enfada y vomita en la alfombra. Infalible, ya sabe la secuencia: cabreo, desesperación, viaje a la tintorería y regreso con solomillo del bueno.
Si Paco sigue portándose mal, rasga todo el rato en la puerta del dormitorio cuando se lleva a sus ligues y le hace quedar fatal.
Paco antes la llevaba al veterinario, pero hace años que Blandi se niega a asistir y se guarda debajo del sofá y muerde cualquier mano que se le acerque, hasta que la dejan en paz.
Como se ha aprendido la lección del parapeto bajo-sofá y no le gusta salir mucho porque: o hace frío o hace calor o llueve o está el suelo mojado, o apesta el barrio a la caca de los mastines que los gemelos pelirrojos no recogen, o huele a pimientos, o está de paseo la agresiva Kasillini cuya dueña se lleva tan bien con Paco y se paran a hablar hasta que la Kasillini enseña los dientes y se lanza a la yugular como una vampira hambrienta que hace que Blandi guarde las distancias gruñendo, o porque: - " No me da la gana que se está aquí muy agustito, leches, Paquito".
Ella cumple su papel y aunque a veces no la apetece salir, cuando ve que Paco tiene mucho interés baja a hacer pipí, lo hace frente al portal y sin perder un minuto da tirones de la correa y gruñe hasta que sube para arriba como si televisasen un Madrí-Barsa. Otras veces se niega rotundamente: " no salgo porque lo dicen mis santas posaderas descansaditas ".  
Luego, en las comidas va eligiendo menú improvisadamente guiándose por los diferentes aromas que la van ofertando y no come hasta que Paco va probando con paciencia sus preferencias y por fin acierta en bouquet y en cantidad. Si no le ríen el gusto se enfada y la alfombra vuelve a viajar.
Todo tiene sus inconvenientes, Blandi se ve más ancha que alta y ya no puede subir al sofá ella sola, pero da igual, lloriquea un poco y la sube el esclavo.
El esclavo, por solidaridad de los humanos con sus perros, cada vez está más gordo y también más quejica, luego se queja de que cada vez liga menos.
Viva la gente con carácter, personalidad y divino carisma.

viernes, 20 de mayo de 2011

La dieta imposible

La ovejita Lucecita sigue una quimérica dieta, por más que intenta darle continuidad a sus esfuerzos microcalóricos se ha convertido en una dieta imposible. Ella sabe que debe bajar unos kilitos , pero no la dejan, la llevan de prado en prado, a cual tiene los brotes más verdes y los cogollos más suculentos. Así no hay quién pare de llevarse corrigüelas agridulces a la boca.


Ella, Lucecita, ha intentado de varias maneras seguir la dieta y comer menos, así, durante cinco días comía un bocado mientras las demás comían dos. Claro, que al llegar al establo por la noche la suenan las tripas y las demás se quejan al jefe del rebaño de los ruidos de sus intestinos que no dejan dormir tranquilas. El jefe, temiendo por su salud le pone inyecciones de vitaminas y la aisla en un establo individual con pienso mezcla de leguminosas que está irresistible y " ad libitum" ( a placer ). Una ruina supercalórica que puede durar dos días.
Cuando vuelve al prado, como un tonel, intenta balar, por eso de perder bocado, pero las otras, las muy pellejas, se chivan al perro carea, que la mete bocados ligeros en las pantorrillas hasta que se calla y come como todas.
Una ruina, dan ganas de cambiarse de rebaño.

La mirada furtiva

Miraba, sobretodo por si ella miraba mientras la miraba. Ella miraba poco, me pareció ver que acercaba la vista como de pasada, casi de reojo, tal vez fuesen suposiciones mías, que imaginaba que miraba por si miraba yo o, por qué no, miraba para mirarme.
Yo la miraba tanto para mirarla como por si me miraba, y que una mirada suya la pudiese entender en clave afirmativa, como una señal para que sin dejar de mirarla me fuese acercando y poder mirarla más de cerca, para acercarme y decirle que por mucho que lo intentase no podía dejar de mirarla. Me había convertido en alguien demasiado romántico.
Ella, creo, miraba de queda, bajito, disimulando. Yo miraba embobado, casi babeante. Esto era peor, no me estaría convirtiendo en un pobre baboso de aquellos que hacía unos años me repateaban por intentar ligar por medio del halago o la adulación.
Intenté sonreír, pero noté el labio superior rígido e imaginaba mi cara con un rictus de felino más preocupado por lanzarse sobre su presa que por agradar.
Dejé de sonreír, me sorprendí moviendo la pierna de arriba a abajo ritualmente, que temí que ella tomase como nerviosismo y entonces perdería cualquier posibilidad del éxito del que pudiese tener si lograba parecer un tipo interesante.
Hacía años, cuando estaba entrenado en estos lides y tenía la suficiente autoestima como para que no me preocupasen los fracasos,  me hubiese acercado sin más y una vez a su lado ya no tendría más remedio que decirle algo. Ahora no, estaba seguro de que si me acercaba cuando llegase a su lado solo sabría disculparme por intentar molestarla y me alejaría sin tan siquiera esperar a que ella actuase de alguna manera, positiva o negativa. Me había convertido en alguien demasiado correcto.
Necesitaba una estrategia, un pretexto coherente para acercarme, me puse a pensar, podría decirle tantas cosas, y todas verdad: - Eres tan bella, - Eres lo mejor que he visto en los últimos tiempos, - Tus ojos me cautivan,  - Me tienes hechizado. 
Me parecía un descaro ser tan directo, debería hablarle en tono no personal, algo así como: - Me parece conocerte de algo y por eso me he estado fijando en ti, - Te recuerdo de coincidir el año pasado en este mismo sitio, - Te conozco de verte en Madrid por el centro. Todas esas tonterías que se podían decir a alguien que quieres conocer.
Estando en mis pensamientos me olvidé de mirarla, estaba distraído. De pronto me sorprendió una voz que me decía:
- Tienes un cigarrillo, por favor.
Miré y ...  quise morir. Sentí un gran sentido del ridículo, me había convertido en alguien demasiado complicado.
Era ella.
Mi tiempo había pasado, ahora había Internet.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Soy un desastre

Estoy harto de hacer tantas tonterías, siempre estoy igual, meto la pata por donde voy, mi novia está harta de que no recuerde las fechas importantes, mi madre no hace más que corregirme de que ordene mi habitación que la tengo hecha un desastre y al final es ella la que me ordena las cosas a su manera y luego no las encuentro y me da una fatiga que ni lo cuento. Mi padre siempre con el rollo de que no me esfuerzo lo suficiente, y es verdad lo que dice de que yo "con poco que me  esforzara"   llegaría lejos, pero a mi lo que me gusta es soñar con paraísos lejanos y ver el fútbol, y , eso... dar paseitos con la novia y juntarme con mis amigos en los ratos libres.
Estoy harto de hacer trabajos que no me entusiasman, y los idiomas se me dan fatal, y eso que la profesora de la academia es muy simpática y siempre me está dando ánimos y buenos consejos para que me suelte hablando: - tu Pepe debes ver las películas en inglés con subtítulos en inglés,  vas a ver como en unos meses te sueltas. Estudio poco, la verdad.
No hago caso, soy un desastre, solo estoy contando los días para que lleguen las vacaciones de verano y pasar de todo. No creo que deba seguir siendo así, debo cambiar y crearme una buena carrera;  si al menos jugase bien al fútbol como Iniesta o al tenis como Nadal, pero lo único que se me da bien  es   llevar mis propias músicas en internet. En fin, debo de cambiar, cambiar y pronto, antes, mucho antes de cumplir los ocho. Soy un desastre.

martes, 17 de mayo de 2011

La dieta existencial

La dieta existencial

  
El David sigue la " dieta existencial " es una dieta como la del cucurucho, pero en plan intelectual. Esta dieta la han seguido escritores y filósofos de gran impacto intelectual como Albert Camus, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Actualmente han lanzado una versión actualizada que siguen Velen, Yolo y Pipito. Jordi Javier ha conseguido su propia versión pero con mucho tomate. Anna rose la suya con fresa con rata.
( Hombre, qué no conoces la dieta del cucurucho, ... pero si es muy fácil, recuerda, recuerda, .... piensa, piensa, ... piensa ........ piensa .........
Vaya, ya te ha salido la " dieta existencial ", anda vete a la cocina y comete un bocadillo de mortadela a ver si se te pasa.
Y que no se entere Terelelu.

domingo, 15 de mayo de 2011

El vecino lechuguino

El primer día me pareció un lechuguino, no me equivoqué, resulto ser un lechuguino grandísimo horticulano. Dicen que la primera impresión es la más certera y resultó que es cierto, tendré que ser más intuitiva a partir de ahora y confiar más en mi instinto.
Este lechuguino vivía de alquiler en el quinto, dos pisos más arriba de la casa de mis padres donde yo vivía pensado en abandonarles pronto cuando en poco tiempo me casara con Jorge, mi novio de toda la vida.
Luego el lechuguino fue entrando en escena, unas semanas de poco trato iniciales, pero cuando me lo encontraba en el portal se comportaba simpático y dicharachero. Las vecinas del cuarto me dijeron animadas que era ingeniero, pero a mi no me daba buena espina,  un inquilino más de los muchos que habían ido pasando por el quinto.
Un día que yo iba contenta y feliz por una de esas alegrías que te da la vida casi sin merecerlo al encontrar trabajo por medio de Jorge en la empresa de un familiar suyo, para descompensar (pues la vida  te quita en un aspecto lo que te sobra en el otro), me encontré a lechuguino en el ascensor y manifesté mi alegría contándole de manera atropellada y sin pensarlo mucho que tenía trabajo y que era muy feliz. Craso error, a un lechuguino no se le deben dar más confianzas de las precisas.
A los diecinueve años la vida no te ha mostrado sus espinas y una todavía cree que predomina la buena gente por el mundo y que si te portas bien con los demás los demás se portarán bien contigo. Cuanta ingenuidad.
A partir de aquel día, noté que se pasaba de rollo y aguantaba las conversaciones intranscendentes más de lo habitual, y a mi no me importaba que se bajase en el tercero y me aguantase el rollo en la puerta de mi casa hasta que por fin lograba meterme dentro.
No era mi tipo, no me inspiraba la menor de las pasiones y no era nada divertido, pero bueno un vecino es un vecino y te lo encuentras en el portal, parece bien informado, total un rato de conversación no viene nada mal en esta acelerada ciudad.
A base de encontrarle en la entrada, en la escalera o en el ascensor me fui acostumbrando a esa cara de lechuguino dormilado que tenía el coliflor. Sonreía como si anunciase una pasta de dientes, hablábamos de frases convencionales como del tiempo, la música o de interés general como que tal te funciona el ordenador o hay una oferta para cambiar los equipos o donde vas a ir de vacaciones, luego fueron los intercambios de discos que el se ofrecía a dejarme para copiar y que por la conversación conseguía que le dejase algunos de los que yo tenía, luego me regalaba cd´s piratas sin que yo se los pidiese: - escucha este disco que es buenisimo.
Más tarde pasó a frases personales nada convencionales: donde trabaja tu novio, cuando quedas con el, con quién desayunas en el trabajo; luego, el muy mamón, con aquello de: - que elegante estás hoy Margarita, o - que bien te sienta este vestido.
Yo siempre sonreía e intentaba ser amable, nunca le decía nada que le contrariase ni le preguntaba nada que no fuese inherente a la propia amistad que parecía que era superficial y de buena vecindad, pensaba que solo le seguía el rollo, pero notaba que su interés iba a más, seguía siendo el mismo lechuguino pero notaba que cada vez iba mejor vestido, más aseado, sonreía más, era mas amable y detallista por un lado, y más pesado por otro.
Un buen día pasó a cortejarme descaradamente, me decía cosas como: - te invito mañana al cine, - acompañas a un viaje a Barcelona en el puente aéreo, - quedamos para cenar esta noche. Nunca le acompañé a ningún sitio, disculpándome con la mayor complacencia, pero sin dar pie a nada. El parecía que las negativas le animaban a ser más descarado y empezó a declararse sin ningún tipo de precaución: - me gustas Margari, - no puedo vivir sin ti, Margarita, - te deseo de forma atropellada como nunca he deseado a nadie más, - cualquier día cometo un desatino como no me des alguna esperanza de tenerte; me decía el muy gallina, que nunca pasó de las meras palabras. Yo me lo tomaba a broma, en verdad pensaba que lo decía para halagarme. No me equivoqué, en efecto era un halagador chabacano, daré más importancia a mi instinto.
Después, pasado el tiempo me dejé con mi novio que se echó otra novia con lo que volver se me hacía imposible. Tuve una mala racha en lo personal, la familia de Jorge al dejarme con el me echo descaradamente del trabajo y estuve un tiempo en el paro, mi madre enfermó y mi hermana en vez de ocuparse de mi madre y ayudarnos se fue a vivir con el novio a las afueras y nos dejó tiradas, los ligues de turno me dejaban los ánimos por los suelos.
De pronto, el vecino verdulín se me apareció como una oportunidad para salir del bache, no me atraía en lo físico, pero era ingeniero y parecía buena persona. Un día que me lo encontré en la entrada, él seguía muy galante y me pidió que le acompañase al teatro aquella noche que tenía entradas, yo me disculpé y le dije que esa noche no podía dejar sola a mi madre, pero que era una invitación muy interesante y que me gustaría que fuésemos otro día o que me invitase una noche a cenar. Noté algo raro, noté que esto último no le gustó, su cara tomo el aspecto de un rictus asustado que yo achaque al factor sorpresa o al propio desasosiego que le había causado mi propuesta.
A partir de aquel día el lechuguino se volvió huidizo y seco, ya no era simpático, aunque intentaba salvar los muebles siendo amable y colocando su cínica sonrisa por encima de aquel sucio bigote del que llegue a olvidar que a veces colgaban restos de cocido; incluso, una vez, me pareció que se entretenía demasiado sacando las cartas de buzón para no tener que compartir el ascensor conmigo. En el fondo me hizo daño, no se deben generar falsas expectativas, al menos me debió invitar a su piso y consolarme la soledad o tener un detalle. No quiero pensar en que circunstancias personales un lechuguino se comporta como un autentico lechuguino.
Un día vi como hacía la mudanza para dejar el piso, subí las escaleras andando para no tener que despedirme, total que podría decirle: ¡que te vaya bien lechuguino!. Debería hacer más caso de mi intuición, la primera impresión es la que vale.

lunes, 9 de mayo de 2011

Desagradecida maravilla

La vi acercarse nada más cruzar la esquina, en un principio me pudo parecer una visión de esas que te ocurren cuando te sienta demasiado bien la birra, pero no, era de verdad, de hueso ancho y carne adornada con un ceñido vestido color carne y corto para que se distinguiese la amplitud de sus idem en esos incomparables doscientos cuarenta meses.
Mi colega, cuarentón como yo, se dió cuenta del hallazgo cuando notó que yo miraba hacia el fondo y habia perdido el norte de la conversación. Yo pegué un trago de la birra, respire hondo y volví mi atención hacia la Casa natal de Picasso que era de donde procedía aquel angel celestial encarnado de walkiria que no serían capaces de loar todos los nibelungos juntos; miré al socio pues se produjo un silencio sepulcral como no volverá a no oirse en toda la plaza de la Merced. Por un momento pensé que se acercaba a nosotros para pedirnos un tragito de la litrona, pero en el último instante se desvió aunque nos paso cerca. Se me escapó un  -Adios bonita. Volvió el brutal silencio durante un instante que mi socio rompió con su - Mirala que desagradecida, ya ni saluda y eso que nos hemos criado toda la vida juntos.
La carcajada fue estruendosa. Todavía me sonrio cuando me acuerdo, y ya no puede ser que siempre me esté sentando de maravilla la cebada. El nectar de cebada.

domingo, 8 de mayo de 2011

La barba peregrina

El caminante no quería que los demás peregrinos supieran que él no era un caminante cualquiera, por ello llevaba sombrero de gran calado, que además le protegía de los rayos solares, gafas oscuras y se había dejado crecer la barba, que de paso le evitaba el tener que afeitarse a lo largo del camino y el cargar con los útiles del afeitado. Anónimo se sentía protegido, resguardado de las inclemencias de la  masa voraz de autógrafos y de anécdotas que enriqueciesen su experiencia anodina. Iba solo y no necesitaba a nadie, bastante acompañado se sentía durante todo el año, ahora necesitaba un poco de paz, e incluso necesitaba descansar de él mismo, de él que era tan admirado y solicitado durante el resto del año. Que bien se camina  solo, sin obligaciones, descuidando todo convencionalismo social.
Se paró en la fuente a beber y cuando levantó la cabeza para seguir, no le extraño nada, le pareció lo más  natural del mundo, sabía que aquel viaje de sacrificio para descompensar los privilegios de aquella gran vida que llevaba llena de éxitos y satisfacciones, no sería, en el fondo, diferente a su modo real de vivir, solo que había abandonado aquel camino de mieles al que estaba habituado para conseguir de forma espontánea, natural, aquel asunto que en la adolescencia había dejado pendiente del azar; allí estaba ella, su gran amor que se fue sin despedir y sin consumar aquella tan importante relación afectuosa que hubiese sido cuestión de unas semanas más. Otra vez el destino le ponía en su camino aquel amor pendiente de saldar.
Se acercó a ella seguro de si mismo, no le importó saber que ella estaba acompañada, se dirigió a ella con entusiasmo: Margarita, soy yo Antoñito, tu vecino del pueblo¡. Esperó sonriente que ella se lanzase a sus brazos y le recordase lo que le había echado de menos. Ella lo miró con incredulidad, no puede ser, dijo, no puede ser que esto me esté sucediendo a mi. Si, yo soy Antoñito el de tía Mercedes, aquel con el que bailabas agarrado en el baile del pueblo, dijo e hizo ademán de acercarse a ella para abrazarla. El acompañante salió a su encuentro y le paró en seco cogiéndole del brazo. Él la miró solícito, como pidiendo que diese orden a aquel energúmeno de que le soltase. En efecto, ella pidió a su acompañante que soltase a Antoñito: Sueltalo Pepe, que por lo que se ve este chalao delira y tiene pinta de estar lleno de piojos.
Según veía como se alejaba quiso decirla que el ya no era Antoñito que era Don Antonio Colina y que se arrepentiría toda la vida de no haberle reconocido, pero recordó que estaba realizando el viaje de forma anónima. La barba, la culpa ha sido de la barba.