- Hice bien en explorar mis capacidades, aunque nunca estuve seguro de controlar la situación y me angustiaba intelectualmente el soltarme de estas ataduras y caer en los abismos de la dicha tramposa de las mujeres aladas con garras afiladas; ya pasado el riesgo noto que todo ha merecido la pena, todas las emociones y sensaciones condensadas en un solo movimiento imantado de melosa atracción celular insuperable, que por suerte estar amarrado a este mástil me ha impedido sucumbir a su atracción.
Aunque seguía atado a aquel mástil central de la nave, Odiseo se sentía cómodo y no deseaba llamar a sus hombres para que lo desatasen. Que magnifica e insuperable experiencia, su solo recuerdo le producía una psicodélica paz infinita. Era como un orgastrón visceral de experimentación indescriptible y de una pedagogía de insuperable elevación. Ya estaba deseando, aún más, volver a casa para poder intentar detallarle a Penélope la, tal vez, inenarrable experiencia.
La paz interior le permitía no oír los ruidos que la marinería estaba haciendo en sus labores cotidianas, no le extrañaba que no le molestasen, pues él parecía seguir teniendo una pose de dormido en profundidad, y se los imaginaba con los tapones de cera en los oídos todavía colocados sin permitirles oír nada.
El tiempo iba pasando y el cuerpo parecía pedirle acción, y aunque no quería fastidiar aquella paz inmensa y quizás irrepetible, comenzó a llamar al marinero timonero por su nombre.
- Euroloco, Euro-loco, desátame de estas maromas. ¡Euroooolooocoo, Euroooolooocoo!. Vaya,...ya debe estar el Euri haciendo de las suyas como siempre.
Nadie parecía escucharlo.
- Estos bobos se han vuelto a ponerse a jugar a la taba en las bodegas, no se les puede dejar solos. Con esta tripulación estamos al albur de los vientos.
Intentó desatarse mas no pudo conseguir nada más que escoriarse la piel y agotar las pocas fuerzas que la psicodélica audición le había dejado.
Recordaba las instrucciones que le dio la bruja Circela Market, aquella que convirtió a los hombres en cerdos, en las que le indicaba que para no sucumbir al cántico magnético de las sirenas cautivadoras, para lo que tenía que sellar con la cera ensordecedora los oídos de toda la tripulación y que si el quería vivir la experiencia de oír sin riesgos podría hacerse atar al mástil.
Según pasaba el tiempo se iba dando cuenta de la situación, y pensó que algún enteradillo de la tripulación se quitó la cera de sus oídos y ante los magníficos cantos no quiso que sus compañeros se perdieran la experiencia y les fue quitando la cera. Así, uno a uno fueron sucumbiendo a la inevitable atracción de los cánticos y desapareciendo uno tras otro tras la bruma y cayendo en las garras de las sedicentes sirenas aladas.
Estaba solo, completamente solo, atado y al pairo, no se sintió peor en ningún momento de aquella travesía de desastres y desvíos.
Entonces comprendió su error, debía haber atado a toda la tripulación al mástil, y él taponarse los oídos. Hubiese sido la única manera de asegurarse que aquellos ineptos no metiesen la pata hasta el fondo.
Ya solo pensaba en palabras negativas de poca fortuna para su destino: albur, pairo, deriva, caos, …tormenta perfecta.
Y buscó la solución, no obstante no se le ocurría nada, solo sabía una cosa.
- Es necesario que cambie la situación. Solo puede salvarme un desastre aún mayor, que esta nave se estrelle contra las rocas y yo me pueda liberar de estos engranajes antes de ahogarme.
Vaya, hay momentos en los que las soluciones son peores que los problemas que pretender corregir.
Odiseo, muy enfadado por lo cruel de la situación todavía tenía capacidad de superación y se enfado mucho más, cuando alguien cortó sus amarres al mástil de abajo a arriba, y con las manos todavía atadas se dio de bruces con la madera de la cubierta.
- ¡Este Euro-loco!
Por suerte para todos, en su aburrida sordera, la tripulación había bajado a la bodega a jugar a la taba.
Años después, cuando se abrazó por fin a Penélope, no se alegraría tanto como en aquellos momentos cuando el timonero Euro Loco le daba un vaso de agua, mientras le hablaba de que le había ganado la partida a la taba al marinero Helenos.
- Que infeliz se vive en la ignorancia. Pensó Odiseo.
Emoción que no falte, llegará Odiseo a Ítaca sano y salvo. Dejará Penélope de tejer y destejer la madeja helénica.
De aquí a Ítaca solo irá quedando el timonel del bajel.
- ¿Odiseo?
- No, no lo creo.
- Yo sí lo creo, Odiseo. Pero que pasa con el perdedor...
Y Helenos, sí, no, sí, no,…
Como cambian los tiempos,… y los cuentos.
Ni las profecías son fiables,
¡Vaya con la de los mayas!
LA BOLA DE NIEVE SE SIENTE IMPARABLE
UN INSTANTE ANTES DE POR EL ABISMO
LANZARSE.
Nos las prometían felices
Con el cambio de convenio,
Pero empezaba el invierno
Con un palmo de narices.
Este anzuelo de lombrices
No era picado en directo,
Van cometiendo deslices
Y orinan fuera del tiesto.
Aquellos grandes aliados
Que son tan buenos amigos,
No los han considerado
Como sus fiables testigos.
Si la prima se dispara
Por cuentas mal contadas,
Echa la culpa a la cara
De cuentistas descaradas.
No mires tanto al pasado
Como el único motivo,
Abusando de las culpas
Del anterior incumplido.
Si algo pasa, nada dices,
Si dices hay desconcierto,
A ver quién arregla esto
Y evita que nos revisen.
No se te pasa el enfado
De tus batallas perdidas,
Ni disponiendo el guisado
Se va arreglando la vida.
Mientras se pasa este susto
Puedes quejarte en privado,
Mas no desmoralices al vulgo,
Que quiere un buen resultado.
Esta situación cambiante
No te sirva de consuelo,
Si eras el solucionante
No mitigues el desvelo.
Aquellos que la han liado
Pueden dormir en abierto,
Son tantos los implicados,
¡A saber quién es el muerto!.
Posible que estés gafado,
Aunque tengas tanto cuento,
No te quejes del pasado
Ni andes con aspavientos.
El pasado del anterior
Era tu mismo concierto,
De suelos urbanizados
Y descontrol en el freno.
Con convenios urbanísticos,
De concejos tan inflados,
De tantos metidos a listos
A todos nos han arruinado.
Con burbujas y tropelías
Faltan las explicaciones,
Sobran las escorrentías
Y se pierden los millones.
No soy quien la ha liado
Y pago esta barbaridad,
Aquellos que la montaron
Se sienten con impunidad.
Mucha herencia recibida,
Pero nadie es demandado,
Más parece una artimaña
De un colega cochambado.
Espero comer perdices
Cuando le pongas remedio,
Si me creo lo que dices,
Verás lo que yo me pierdo.
¡QUE VIVAN LOS BONOS, QUE MONOS!
Tómate la pifia con alegría,
Y mientras otro lo celebra,
Nos veremos en la cafetería,
A ver si pronto se arregla.
Ojalá que llueva un trillón al banco.
Ojalá que llueva un trillón…
Y tengamos un colchón,
De créditos a mogollón.
El amor y el dinero son unas armas cargadas de futuro.
Amor para unos, dinero para otros.
Haz el colchón y no la quiebra.
ES MENESTER VOLVER A NACER.
OTRA VEZ.
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