SON DIVINOS, SOIS DIVINOS.
Caminaba con la guitarra en espalda mochilera para las clases, según me acercaba a la plaza empecé a sentirme bien tras sentir los primeros compases de un musiquita melodiosa que me pareció que llegaba al paraíso.
Nada más llegar hice una foto a la orquesta. No pude comprobar lo que había salido en ella.
Había un asiento en los bancos de piedra y allí me senté entre los habitantes de aquel reducto. Lo más notable de este pueblo en lo que llevamos de siglo.
- Suenan divino, dije.
- Suenan divino, dijo uno de los que estaban cerca.
- Son divinos, dijo otra voz.
La sensación de bienestar iba en aumento.
- Estoy divino, me dije.
Sentía que me entraba la nostalgia y por mi cabeza se deslizaban recuerdos de los tiempos de gloria personal en los que cantaba con euforia entre otros jóvenes.
Alguien presentó a una nueva cantante acompañante como Victoria.
- Vencerán con Victoria, me dije al oírla. Vaya operación triunfo.
- Qué voz, es divina - sonó una voz.
- Canta como los ángeles celestiales, me dijo el de al lado.
- Está divina, dijo otro.
La verdad es que se había transfigurado al cantar.
Comprobé la potestad superior de la música para sustraerte de tus miserias cotidianas y transportarte a paraísos cercanos. Eché de menos los tiempos en que los músicos con sus instrumentos afinados deleitaban al paseante o degustador callejero sin que mayores intereses los cercasen.
Al acabar la canción pregunté a uno de los que también tocaban:
- Cómo os llamáis?.
- Ellos se llaman Pangea, yo me llamo Alexander – contestó. Imaginé el ensamblaje de las artes cuando hay “buen rollo”. Insuperable.
Al sonar la siguiente canción, encaminé mis pensamientos a los conocimientos que tenía sobre aquella palabra tan evocadora:
- Pangea, el continente único, la tierra sin separar por las aguas, sin que los océanos se interpongan, la unidad. Unidad sin billetera.
No por ellos dejaba de apreciar aquellos aún más evocadores sonidos.
- Son divinísimos, pensé de nuevo. Así los llamaría yo. Divinisimos.
Cuando después comprobé lo que se veía en la fotografía lo supe sin ningún género de duda:
Unos rayos solares multicolores acompañando a sus sones solo pueden indicar una cosa:
- En efecto, estos músicos son divinos.
Es una maravilla irrepetible gratis total. Que vuelva GorGiDan. Que vuelvan los músicos a las plazas, que vuelva el directo a nuestras vidas.
En el mejor escenario, donde mejor que una plaza de todos.
Seremos divinos. Somos divinos.
Buenas noches.
ResponderEliminarDe lo que me estoy dando cuenta, es de que, tú si que eres divino.
No sabía que fueras tan poeta, sr. bohemio.
Un abrazo de José Antonio