El caso del Megacaso:
Capítulo 1:
Pero… ¿Quién ha imputado al aforado?
Camino del trabajo de vuelta de unas
largas vacaciones a las que añadió unos días más por cierta indisposición
física o enfermedad banal, Su Señoría se encaminaba al trabajo con la alegría
de volver a la acción tras el merecido descanso. Se alegraba de vivir en
aquella ciudad maravillosa que tiene ese olor especial a azahar en primavera y
ambiente a fiesta todo el año.
-
Mejor que en Nueva York, donde va a
parar, esa mole de edificios que apenas dejan pasar el sol y esa ingente masa
de gentes que vienen y van. Y el Maria Luisa no tiene, salvo el gran lago, nada
que envidiar a Central Park. Se venía diciendo en el camino Su Señoría.
Al llegar al trabajo Su Señoría fue
directamente a su despacho. En un momento pensó en entrar a ver a la Secretaria
General o a algún compañero para enterarse de las novedades y dar un poco
envidia del largo periodo de asueto. Pensó que era mejor no levantar ningún mal
entendido, que la gente es muy mal pensada, y se dirigió directamente y con
prisa a sus aposentos. No llevaba el trole que tanto le caracterizaba en las
fotos de cierta fama.
Nada más verla llegar la secretaria
de su sección se dirigió hacia ella y con sigilo cerró la puerta a su paso para
evitar miradas y oídos indiscretos.
-
Señoría, cuanto lo siento, nos hemos
quedado sin megacaso, Su Señoría que desgracia nos hemos quedado sin megacaso…
-
Ehhh, que dices, ¿sin mi megacaso?
-
Sí, Su señoría, resulta que cuando
usted llamó para informar que estaba ligeramente indispuesta, la secretaria de
la Secretaria General sufrió una fuerte peritonitis y no pudo tramitar su baja
laboral y al ser ingresada nadie podía hacerlo por ella y …señor, señor,… La
secretaria entendió que su ausencia era una ausencia laboral injustificada y
sin plazo por lo que asignó inmediatamente a otra sección el megacaso cuyo
nuevo titular más inmediatamente todavía inculpo al diputado que era consejero
cuando empezó el megacaso y que usted no debía inculpar si no quería quedarse
sin megacaso, y como el diputado es aforado el megacaso pasó al supremo que ya
no puede devolverlo a no ser que haya una instrucción de una comisión que
todavía no se ha formado y que aunque se haya comprobado que todo es un error
no hay megacaso en nuestro caso y…
-
Nooooo, Nooooo, NNNoooo, nooo,
Nooooooooooooooooooooooooooo, mi megacaso es mío y de nadie más, que me
devuelvan mi megacaso
-
Se rumorea que el supremo va a
absolver al diputado por prescripción en los plazos y…
-
Lo sabía, sabía que me arrebatarían
mi megacaso, ¡mi megacasooooooo!, mi megacaso, mi …
-
Una voz firme y fuerte
la despertó entre sollozos:
-
Cariño, despierta es una pesadilla,
que no estamos en Sevilla que seguimos en New York y hoy toca ir al MOMA y a
ver el edificio de la UNO.
-
Eh, eh, eh… ein…
Ya despertada y comprobando que
estaba en la habitación que recordaba haber utilizado las jornadas anteriores,
se relajó, y su marido la pudo oír más serena y relajadamente por lo bajito:
- Mi megacaso, mi megacaso, …. Mi tesoro. Viva Nueva York, donde va a
parar, mucho mejor que Sevilla, donde va a parar, si no fuese por mi megacaso
me quedaba aquí como Bibiana.
Siguiente capítulo: El caso del
final del Megacaso si acaso.
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