Ya me gustaría que estas palabras
significasen un futuro tranquilo y placentero para todos los componentes de
esta estirpe gloriosa y laboriosa, pero tengo que declarar que, como todos ya
saben, los campos de caza y los bosques de recolección se están reduciendo y
están cada vez más lejanos, resultando que los cazadores cada vez se esfuerzan
y trabajan más, mientras, algunos apenas
aportan beneficio real y suponen más gasto en víveres y recursos, haciendo la situación insoportable.
Nadie debe temer el futuro, somos
altos y fuertes, somos capaces de alejar
de nuestras vidas los malos espíritus como nunca en los tiempos se ha conocido,
de contentar a los buenos espíritus agradecidos por nuestras ofrendas y
obsequios generosos para que nos ayuden
en la adversidad; pero los espíritus arrojan
señales de deseos de cambio en los astros. No debemos dejar que las
desgracias recaigan sobre todos porque unos pocos no sean capaces de aportar su
parte para contentar a los buenos espíritus.
Los grandes herbívoros están muy reducidos
en número, lo que nos acarrea apuros y dificultades su caza. El bosque se está
agotando y sus posibilidades son más cortas cada vez.
Hay que ponerse al día, otros
cazadores ya nos están mostrando su audacia. Perdemos al cambiar bellotas por
jabalí.
Está claro que, aunque nadie lo
querría, hay que tomar medidas y no queda más remedio que poner solución a las
necesidades reales de la comunidad para asegurar el futuro.
Durante años hemos compartido suerte
y esfuerzos como hermanos que somos, poniendo a disposición de los más
necesitados los víveres necesarios para su sustento aunque no se esperase nada
de ellos, pero es el momento de que cada cual consuma los bienes que sea capaz
de proveerse, y que ninguno sea una carga para nadie.
Se suprimen las fiestas generales de
bienvenida de los cazadores y recolectores con derroches y gastos sin medida. Hay
cada vez más seres ingratos que nada aportan sin que nadie impida que reciban
una parte. Es hora de que cada uno se provea a sí y a los suyos para que los reconocimientos
sean compensados a los más provechosos.
Ya sin rémoras ni lastres por parte
de los menos capacitados, los más provechosos conseguirán que las partidas vuelvan a sus antiguas obtenciones y
logros.
Aunque no soy personalmente
partidario de ello, es una respetable decisión que el individuo ceda
protagonismo al interés colectivo bien entendido: solo será bueno para el individuo lo que es bueno para la comunidad y si
cada uno mira por su propio interés se mirará por el interés colectivo.
Cada vez son más los que creen que
los menos dotados deben estar más implicados en cubrir sus propias necesidades
materiales. Ya me gustaría anunciar que nadamos en la abundancia como en otros
tiempos que ya no volverán, pero el poblado se ha cargado de manera creciente
de mujeres gestantes, niños pequeños, ancianos inservibles, tullidos limitados,
cretinos, vagos y necios que encarecen los esfuerzos sin aportar apenas.
Para que no todo parezca malo, en
una fiesta de consolación cada partida proveerá una cantidad de casquería y
huesos para los más necesitados de la
tribu.
Los menos capaces deberán
desarrollar su ingenio para aumentar su autonomía personal y social, y los que
no estén contentos se les invitará a formar una nueva tribu allá de los
bosques. No es preciso que seamos más y sí que seamos mejores.
Es seguro que el futuro recompensará
este esfuerzo que se hace con el convencimiento de que los nuevos neandertales
que surjan dominarán la tierra como los elegidos que somos.
El futuro nos pertenece, la tierra
es nuestra.
Viva Neandertalia.
- Hay que jorobarse- dijo a viva voz
la Neandertala, que se levantó para hacer la replica.
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