La otredad es un síndrome que consiste en querer ser otro o ser diferente a como se es.
No es una dolencia rara o minoritaria, más bien al contrario: la padece tanta gente que los expertos la consideran normal, aunque es muy problemática e insatisfactoria.
Confieso: Sufro de otredad en silencio. Y sin que se me note al sentar.
Me siento solo con mi problema, una vez, le dije a mi médico de cabecera que me gustaría ser mejor persona, él me soltó: - Anda, anda, …si tú ya eres muy majo, sigue así, no cambies nunca.
Otra vez le dije a mi madre que querría ser Bras-Pis, y ella con enfado me contestó << y a mi Nancy-Popó, >>. Luego le dije a mi padre que quería ser astronauta como Pedro Duque, y él me dijo: << Déjate de aventuras, te prefiero de Mario Conde, aunque acabes en una biblioteca en Alcalá >>.
He sufrido por no poder parecerme a mis ídolos, que han sido consecutivamente: Braguetazarín cuando pilló infantado, Saquirio Pillé y David Triunfamante, por lo bien que supieron elegir a sus parejas.
Otros, como: AnonyMouriño, Ladio Gagán y Budisto Rompecaldo.
Y no me consuela saber que todos ellos a su vez, en algunos momentos, sueñan con ser Tyger Messilio.
Otredad de muchos, consuelo de bobos.
Me gustaría ser más alto, tan alto como la luna, para ver los partidos de Cataluña. Y tan chulapín que fuese al palco de Chamartín.
Fuerte, como Sansón. Alto y guapo como Marc Gasol.
Veloz, y ganar en cien metros a Usain Bolt.
Alegre como David el Gnomo y vivir en bosques y defender selvas verdes.
Grande, como el corazón de los voluntarios.
Libre, como el espíritu del nómada.
O Toula Lán, y que me dediquen entradas en los blog. Eh, Jos.
Yo quiero ser otros y otros quieren ser otros. La vida es larga y la autocomplacencia no dura más allá de la sensación de posibilidades circunstanciales y autoengaños colectivos – yo…para mi edad, nosotros los del Barsa,…- .
La inevitable otredad del ser. Otras personas, de otra clase, de otro lugar, de otro talante, de otra actitud, de otra época, de otro estado, de otras relaciones. Son mejores que yo.
Aunque pienso que no me define lo que quiero ser, sino más bien lo que no quiero ser:
- No quiero ser una mala persona ni amparar a ninguna de ellas.
- No quiero ser un resentido por algo que no he sufrido. Ni olvidar el desvarío olvidacionista.
- No quiero sacar al simio que llevo dentro ni al pijo que se lleva fuera.
- No quiero ser ajeno a mi pasado ni esclavo de mi futuro.
No quiero ser Braguetazarín, ni Paquito Delalma Amiguito, ni Luis Cabroncete, ni Mario Condestable, ni Conere Errekerre, ni Yotambien Loaría. No porque hagan lo que hacen – si es que hacen – sino por romper la confianza de los confiados.
Se que mí sino es un libro abierto:
Pierda quién pierda, yo siempre gano.
Gane quién gane, yo siempre pierdo.
No me lleva la corriente si estoy despierto,
Aunque pase la puerta con el pie izquierdo.
Ante esta entrada que decir. Pues lo único que se me ocurre, es repetirme como tantas y tantas veces... Maravilloso, cada día me gusta más visitar tu blog y encontrarme una entrada nueva. Muchas Felicidades "segiogarraf" me haces pasar buenos momentos leyéndote.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.