Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



sábado, 17 de diciembre de 2011

Las lagunas de la euforia


Había ganado las elecciones y estaba pletórico.

Tan pronto como sonó el teléfono y se vio de bruces en la mesa de su gran despacho con vistas a la estatua  de Colon, comprendió  que la alegría tenía las alas muy cortas.
-         Oh no, otra vez no.
De forma instintiva contestó al teléfono sin saber con quien hablaba:
-         Vuelve a llamar en quince minutos.
Dio vueltas por el despacho, fue al lavabo a refrescarse la cara y, de nuevo, se sintió derrotado.
-         Pero si le había ganado, ¡no me digas que fue un sueño!. Noooo… 

Su secretario llamó a la puerta y entró asomando la cabeza, al oír los resoplidos supo que seguía el problema de aceptación de la derrota.
-         He soñado que gané las elecciones, que sueño más dulce. Que triste despertar.
-         No se preocupe, verá como las próximas gana.
-         Puede que no haya próximas, me largaran a pacer al prado de los mansos.
   Malditos sueños de victoria, no quiero
   ilusionarme más, quiero irme a Levante a
   ganarme la vida en paz.
-         No diga eso, aquí le echaríamos mucho de menos.
-         Y otros ya me echan de más. Oh no, he vuelto a perder, inmerecidamente como siempre, pero en este deporte solo vale el resultado y no la calidad de los jugadores. Me han quitado la cartera de nuevo, pasaré a la historia como un eterno perdedor. Como me he podido dejarme ganar por un chiquilicuatro simplón, por un apocado personaje de tres al cuarto. Me siento fenecer.
-         No diga eso, ese señor es un hombre muy preparado y es una honra perder contra él.
-         Lo que me faltaba oír, hasta los míos le defienden, noooo…

Sintió como le besaban en la comisura y su atenta mujer le decía bajito y al oído:
- Como hoy es la sesión de Investidura te he preparado un desayuno especial, como me cuentas que tanto te gustaba en tu juventud, un bocadillo de lacón con grelos en pan cateto de León.

Entonces lo comprendió todo, todo era un mal rollo, la realidad era la triunfadora. Con una alegría inusitada en él, contestó:
-         Del cateto nada, de León no quiero hoy ni el rugido de la huida.



Ayer mientras dormía
Soñé ¡maldita canción!
Que soñaba que perdía
De nuevo la elección.
¡Que cabreo me cogía!

Soñar soñando un sueño
Es privilegio elevado
De los altos caballeros
Que dirigen el estrado.

Si sigo así, sueño un día
Que la crisis devolvería
A los hundidos toriles
¡Bien por la gracia mía!.

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