En un primer tiempo el de los Bonobos era el clan más desorganizado
de la selva, toda su organización consistía en que no había organización
alguna, pequeños grupos que se iban uniendo y desuniendo según sus necesidades
y temporadas del año. Eran los frutos los que los unían con su abundancia y los
desunían con su escasez, y a estos ciclos vegetales fueron adaptando sus ciclos
biológicos de reproducción y cría. No mantenían relaciones estables de ningún
tipo, las parejas se acercaban con el celo y desaparecían con la nueva
migración.
Seguros de ellos mismos, confiados en su independencia y recursos no se
escondían ante los encuentros con otros simios, no podían saber de las
posibilidades que se ofrecían al tratar con los otros. Así compartieron la
espesura vegetal con otros grandes simios que fueron descubriendo cerca, y es
aquí donde empieza su experiencia.
Bonobia.
Los primeros vecinos a los que descubrieron fueron los
imponentes gorilas que eran unos simios
muy forzudos que tienen en su patriarcado una posición jerarquizada que impone
la ley de acatar al macho más fuerte, de sometimiento al líder “Espalda
Plateada” un individuo grande, bello y con experiencia, siendo los demás
subyugados como machos beta o solteros invitados a abandonar el núcleo para
vivir a “salto de mata”.
Algo de atractivo debía tener el sistema patriarcal de los
gorilas ya que los bonobos machos en vez de convencerse de las ventajas del sistema
de vida individual se empeñaban en dejarse atraer por las bondades del
patriarcado y de dominancia del líder de los vecinos gorilas.
Pronto se iba notando como los machos que tenían un papel
secundario hasta el momento, dado exclusivamente por su desidia para el mando
altruista y su falta de implicación en las tareas organizativas, soñaban todos
a nivel individual en ser como el “espalda plateada” del clan bonobo y todos
proferían sueños de adhesión al sistema patriarcal. Algunas bonobas no dejaban
de soñar con ser las preferidas del macho más bello.
Un día tras escarceos y pequeñas riñas el carismático y
fuerte macho Dotán se convirtió en líder e
impuso el patriarcado, nombrando a algunos de los machos más fuertes que le
apoyaron “machos beta” a los a los que dio manga ancha para someter a los demás,
cosa que hacían con rigor, y que además soñaban a espaldas de Dotán en convertirse
pronto ellos en el “espalda plateada” del clan bonobo.
Más pronto las peleas y palizas se recrudecieron y se hizo
el clan un lugar inhabitable.
Como pasaba el tiempo y nada mejoraba, una noche huyeron un
grupo numeroso de bonobas y bonobos descontentos dejando a los dominantes que
se dominasen entre ellos.
Ahí os quedáis, dijeron.
Llegaron a un escondite donde fueron felices todos juntos,
ya sin apenas separarse y caminando como clan en busca de frutos y raíces, las
competitividades se solucionaban con escarceos y alardes que no podían durar
mucho si no querían los competidores en favorecer a un tercero. Esta unión se
estableció durante largo tiempo y se mantuvo a salvo de extraños, mientras las fuerzas
de sinérgica obtenidas con su nueva
forma de vida más o menos organizada se prodigaba en todas las direcciones de la
vida cotidiana. Aquel escondite se llamó Bonobia.
Pasaron largos tiempos en los que siguieron felices los
bonobos, pero pasado el tiempo tuvieron otro encuentro desafortunado con los chimpancés. Estos eran físicamente
como los bonobos, pero más altos, fuertes y a lo bruto, nada de galanterías, el
status estaba determinado por la fuerza y el amor se impedía a unos, se imponía
a otros y se arrancaba a otros aunque se
estuviese dispuesto a ser sometido con sumisión.
Los chimpancés atacaban y acababan con las crías de los
bonobos y los seres más débiles del clan se vieron obligados a alejarse para
tener alguna posibilidad de sobrevivir.
Esta vez los machos bonobos empezaron a hablar de defenderse
y organizaron un sistema marcial que empezó a preparar a las crías y a los
machos jóvenes para la lucha. Con lo que los chimpancés les vendieron sus
feroces reglas.
Así los bonobos se dejaron encantar por el sistema de fuerza
física e imposición jerárquica y los más fuertes intentaron otra vez imponerse
en el clan, así Ratán el más
fuerte de los bonobos se hizo con el poder volviendo al patriarcado, esta vez
compartiendo el poder y las hembras con sus generales y oficiales.
Los alimentos empezaron a distribuirse según la utilidad jerárquica
del nuevo sistema y los elementos del clan más débiles empezaron a pasar
hambre.
Las peleas y batallas se generalizaron contra los chimpancés
y entre los bonobos mismos.
Cuando la situación se hizo insostenible y el hambre
sembraba ruina las madres bonobas se opusieron y una oscura noche un buen
número de miembros del clan formado por hembras, jóvenes y viejos que no estaba
dispuesto a conformarse a desaparecer como clan pacífico organizó la huida
hacia un nuevo escondite aún más inaccesible, dejando a los violentos a su
suerte.
Los huidos volvieron a encontrar un escondite en lo más escondido
de la jungla y en el que fueron felices de nuevo. El escondite en ese nuevo
rincón de la jungla se llamó Bonobopá.
Las bonobas esta vez, sin lideres ni grandes jerarquías
individuales, habiendo aprendido de las experiencias anteriores de patriarcado
o de violencia establecieron un sistema de amor carnal y afectivo para todos y
se esforzaban el hacer felices a todos los miembros del clan dándoles amor
hasta para saciar altruistamente al más exigente. La felicidad fue completa
durante mucho tiempo.
Como historia de nunca acabar llegaron los Mandriles que con sus clanes
muy numerosos de centenares de miembros muy organizados que hacían temblar a la
selva a su paso, deslumbró de nuevo a los segundones machos que aunque felices,
su simpleza les hacía soñar con situaciones de dominio y grandeza. Como el
patriarcado había conseguido calar en las etapas anteriores y tenía sus
seguidores incondicionales en el clan bonobo e intentaban imponer sus
apetencias de imposición determinadas a establecer sistema de dominancia basado
en primar la abundancia de individuos.
Se organizaron e impusieron un sistema que primaba la
natalidad sobre cualquier otro aspecto de la vida, prohibían a las hembras a
organizarse solas y toda manifestación social era organizada por un consejo de
machos con imposición a unos la aceptación sexual permanente y arrancada o la clandestinidad
para los más flojos o descontentos.
Otra vez de vuelta a
lo vetusto, impusieron que solo se amase a alguien arrancándose el amor con
fines procreativos sin valorar sus deseos individuales.
Otra vez las hembras y machos descontentos e insatisfechos
con nuevo sistema de interés procreador, echando de menos la libertad, ya
conocían su destino por las experiencias anteriores: la huida a un nuevo
escondite.
Encontraron un nuevo escondite mucho más resguardado por la
espesura, esta vez con firme intención de no ser encontrados por nadie se adentraron en la selva buscando no ser encontrados, en lo más profundo de la
jungla, allí donde nunca había llegado nadie jamás. La felicidad recuperada fue
inconmensurable durante memorables etapas. Esparcieron la felicidad basada en el amor libre en este
trozo de espesura.
El escondite en ese nuevo rincón de la jungla se llamó Bonobozé. Allí predominaba el
altruismo y la implicación en las tareas organizativas.
De todas estas experiencias el clan bonobo se fue convirtiendo
en el ideal de la tierra, un clan que harto de competiciones infructuosas que
llevasen a rivalidades encaminadas a la destrucción, se había encargado de
limar tensiones y luchas entre sus miembros haciéndolo con la poderosa arma del amor.
En aquella noche de los tiempos en la que fueron
estableciendo una sociedad matriarcal y tribal de seres unidos para establecer
el objetivo de la felicidad para todos, todos eran los hijos de sus madres y
nadie sabía cómo ellas la mejor conveniencia para todos. Contemplando el
bienestar del clan sin diferencias individuales, declararon la potencia del
amor, una fuerza que descubrieron capaz de amainar el miedo cuando se presentaban
los temblores de la tierra, de eliminar las tensiones personales con abrazos,
de alisar diferencias rascando el picor ajeno. Con el amor vinieron el
altruismo, la amistad y la amabilidad, con ellos la felicidad, la fraternidad y
la festividad entre los miembros del clan. La grandeza de miras basada en el
desprendimiento y todo un sistema de soluciones pactadas inmediatas, haciendo
del amor, la paz y progreso su universo para amar y ser felices.
Generación a generación
fueron mejorando, eligieron el vegetarianismo como forma casi estricta de
alimentación y a la generosidad en los intercambios personales.
De todas esas luchas y huidas les han quedado defectos, con
lastres individuales como intercambios interesados de amor por comida o el abandono
del vegetarianismo para ingerir proteínas procedentes de la caza esporádica de
otros animales incluidos pequeños simios. Nadie es perfecto. Hay que intentarlo.
En el nuevo escondite están despreocupados, sin que nadie
nos vea, sin desear ver a nadie.
Solo rompe este estado de bienestar el temor de volver a ser
descubiertos, y… unos rumores de que a lo lejos alguien ha creído divisar a un
simio lampiño subido a grandes cacharros que hacen mucho ruido.
Bonobos Todos.
Que nadie me encuentre, que no me encuentre nadie.
Desde el escondite grito que vivan los afectos libres.
Reconquistar el amor diario y abandonar la dureza.
Que se bonobice todo en la bienhechora estrella.
Empezar de cero y estar al servicio de la gente.
Los simios lampiños se acercan y los bonobos se adentran en
la jungla huyendo, temiendo que algunos de ellos, sin la lección aprendida,
sean cegados por la codicia y la vanidad e impongan otras reglas pasadas,
alterando la calma del clan. Las visitas y aproximaciones de los lampiños dan
miedo con sus artilugios de destrucción y muerte. ¿Hasta cuándo solos?
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