Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



sábado, 9 de mayo de 2015

Los escondites de Bonobo

En un primer tiempo el de los Bonobos era el clan más desorganizado de la selva, toda su organización consistía en que no había organización alguna, pequeños grupos que se iban uniendo y desuniendo según sus necesidades y temporadas del año. Eran los frutos los que los unían con su abundancia y los desunían con su escasez, y a estos ciclos vegetales fueron adaptando sus ciclos biológicos de reproducción y cría. No mantenían relaciones estables de ningún tipo, las parejas se acercaban con el celo y desaparecían con la nueva migración.
Seguros de ellos mismos,  confiados en su independencia y recursos no se escondían ante los encuentros con otros simios, no podían saber de las posibilidades que se ofrecían al tratar con los otros. Así compartieron la espesura vegetal con otros grandes simios que fueron descubriendo cerca, y es aquí donde empieza su experiencia.

Bonobia.
Los primeros vecinos a los que descubrieron fueron los imponentes gorilas que eran unos simios muy forzudos que tienen en su patriarcado una posición jerarquizada que impone la ley de acatar al macho más fuerte, de sometimiento al líder “Espalda Plateada” un individuo grande, bello y con experiencia, siendo los demás subyugados como machos beta o solteros invitados a abandonar el núcleo para vivir a “salto de mata”.
Algo de atractivo debía tener el sistema patriarcal de los gorilas ya que los bonobos machos en vez de convencerse de las ventajas del sistema de vida individual se empeñaban en dejarse atraer por las bondades del patriarcado y de dominancia del líder de los vecinos gorilas.
Pronto se iba notando como los machos que tenían un papel secundario hasta el momento, dado exclusivamente por su desidia para el mando altruista y su falta de implicación en las tareas organizativas, soñaban todos a nivel individual en ser como el “espalda plateada” del clan bonobo y todos proferían sueños de adhesión al sistema patriarcal. Algunas bonobas no dejaban de soñar con ser las preferidas del macho más bello.
Un día tras escarceos y pequeñas riñas el carismático y fuerte macho Dotán se convirtió en líder e impuso el patriarcado, nombrando a algunos de los machos más fuertes que le apoyaron “machos beta” a los a los que dio manga ancha para someter a los demás, cosa que hacían con rigor, y que además soñaban a espaldas de Dotán en convertirse pronto ellos en el “espalda plateada” del clan bonobo.
Más pronto las peleas y palizas se recrudecieron y se hizo el clan un lugar inhabitable.
Como pasaba el tiempo y nada mejoraba, una noche huyeron un grupo numeroso de bonobas y bonobos descontentos dejando a los dominantes que se dominasen entre ellos.
Ahí os quedáis, dijeron.
Llegaron a un escondite donde fueron felices todos juntos, ya sin apenas separarse y caminando como clan en busca de frutos y raíces, las competitividades se solucionaban con escarceos y alardes que no podían durar mucho si no querían los competidores en favorecer a un tercero. Esta unión se estableció durante largo tiempo y se mantuvo a salvo de extraños, mientras las fuerzas  de sinérgica obtenidas con su nueva forma de vida más o menos organizada se prodigaba en todas las direcciones de la vida cotidiana. Aquel escondite se llamó Bonobia.

Pasaron largos tiempos en los que siguieron felices los bonobos, pero pasado el tiempo tuvieron otro encuentro desafortunado con los chimpancés. Estos eran físicamente como los bonobos, pero más altos, fuertes y a lo bruto, nada de galanterías, el status estaba determinado por la fuerza y el amor se impedía a unos, se imponía a otros y  se arrancaba a otros aunque se estuviese dispuesto a ser sometido con sumisión.
Los chimpancés atacaban y acababan con las crías de los bonobos y los seres más débiles del clan se vieron obligados a alejarse para tener alguna posibilidad de sobrevivir.
Esta vez los machos bonobos empezaron a hablar de defenderse y organizaron un sistema marcial que empezó a preparar a las crías y a los machos jóvenes para la lucha. Con lo que los chimpancés les vendieron sus feroces reglas.
Así los bonobos se dejaron encantar por el sistema de fuerza física e imposición jerárquica y los más fuertes intentaron otra vez imponerse en el clan, así Ratán el más fuerte de los bonobos se hizo con el poder volviendo al patriarcado, esta vez compartiendo el poder y las hembras con sus generales y oficiales.
Los alimentos empezaron a distribuirse según la utilidad jerárquica del nuevo sistema y los elementos del clan más débiles empezaron a pasar hambre.
Las peleas y batallas se generalizaron contra los chimpancés y entre los bonobos mismos.
Cuando la situación se hizo insostenible y el hambre sembraba ruina las madres bonobas se opusieron y una oscura noche un buen número de miembros del clan formado por hembras, jóvenes y viejos que no estaba dispuesto a conformarse a desaparecer como clan pacífico organizó la huida hacia un nuevo escondite aún más inaccesible, dejando a los violentos a su suerte.
Los huidos volvieron a encontrar un escondite en lo más escondido de la jungla y en el que fueron felices de nuevo. El escondite en ese nuevo rincón de la jungla se llamó Bonobopá.

Las bonobas esta vez, sin lideres ni grandes jerarquías individuales, habiendo aprendido de las experiencias anteriores de patriarcado o de violencia establecieron un sistema de amor carnal y afectivo para todos y se esforzaban el hacer felices a todos los miembros del clan dándoles amor hasta para saciar altruistamente al más exigente. La felicidad fue completa durante mucho tiempo.

Como historia de nunca acabar llegaron los Mandriles que con sus clanes muy numerosos de centenares de miembros muy organizados que hacían temblar a la selva a su paso, deslumbró de nuevo a los segundones machos que aunque felices, su simpleza les hacía soñar con situaciones de dominio y grandeza. Como el patriarcado había conseguido calar en las etapas anteriores y tenía sus seguidores incondicionales en el clan bonobo e intentaban imponer sus apetencias de imposición determinadas a establecer sistema de dominancia basado en primar la abundancia de individuos.
Se organizaron e impusieron un sistema que primaba la natalidad sobre cualquier otro aspecto de la vida, prohibían a las hembras a organizarse solas y toda manifestación social era organizada por un consejo de machos con imposición a unos la aceptación sexual permanente y arrancada o la clandestinidad para los más flojos o descontentos.
 Otra vez de vuelta a lo vetusto, impusieron que solo se amase a alguien arrancándose el amor con fines procreativos sin valorar sus deseos individuales.


Otra vez las hembras y machos descontentos e insatisfechos con nuevo sistema de interés procreador, echando de menos la libertad, ya conocían su destino por las experiencias anteriores: la huida a un nuevo escondite.
Encontraron un nuevo escondite mucho más resguardado por la espesura, esta vez con firme intención de no ser encontrados por nadie se adentraron en la selva buscando no ser encontrados, en lo más profundo de la jungla, allí donde nunca había llegado nadie jamás. La felicidad recuperada fue inconmensurable durante memorables etapas. Esparcieron la  felicidad basada en el amor libre en este trozo de espesura.
El escondite en ese nuevo rincón de la jungla se llamó Bonobozé. Allí predominaba el altruismo y la implicación en las tareas organizativas.

De todas estas experiencias el clan bonobo se fue convirtiendo en el ideal de la tierra, un clan que harto de competiciones infructuosas que llevasen a rivalidades encaminadas a la destrucción, se había encargado de limar tensiones y luchas entre sus miembros haciéndolo  con la poderosa arma del amor.
En aquella noche de los tiempos en la que fueron estableciendo una sociedad matriarcal y tribal de seres unidos para establecer el objetivo de la felicidad para todos, todos eran los hijos de sus madres y nadie sabía cómo ellas la mejor conveniencia para todos. Contemplando el bienestar del clan sin diferencias individuales, declararon la potencia del amor, una fuerza que descubrieron capaz de amainar el miedo cuando se presentaban los temblores de la tierra, de eliminar las tensiones personales con abrazos, de alisar diferencias rascando el picor ajeno. Con el amor vinieron el altruismo, la amistad y la amabilidad, con ellos la felicidad, la fraternidad y la festividad entre los miembros del clan. La grandeza de miras basada en el desprendimiento y todo un sistema de soluciones pactadas inmediatas, haciendo del amor, la paz y progreso su universo para amar y ser felices.

Generación a generación fueron mejorando, eligieron el vegetarianismo como forma casi estricta de alimentación y a la generosidad en los intercambios personales.

De todas esas luchas y huidas les han quedado defectos, con lastres individuales como intercambios interesados de amor por comida o el abandono del vegetarianismo para ingerir proteínas procedentes de la caza esporádica de otros animales incluidos pequeños simios. Nadie es perfecto. Hay que intentarlo.

En el nuevo escondite están despreocupados, sin que nadie nos vea, sin desear ver a nadie.

Solo rompe este estado de bienestar el temor de volver a ser descubiertos, y… unos rumores de que a lo lejos alguien ha creído divisar a un simio lampiño subido a grandes cacharros que hacen mucho ruido.   



Bonobos Todos.


Que nadie me encuentre, que no me encuentre nadie.
Desde el escondite grito que vivan los afectos libres.
Reconquistar el amor diario y abandonar la dureza.
Que se bonobice todo en la bienhechora estrella.
Empezar de cero y estar al servicio de la gente.

Los simios lampiños se acercan y los bonobos se adentran en la jungla huyendo, temiendo que algunos de ellos, sin la lección aprendida, sean cegados por la codicia y la vanidad e impongan otras reglas pasadas, alterando la calma del clan. Las visitas y aproximaciones de los lampiños dan miedo con sus artilugios de destrucción y muerte. ¿Hasta cuándo solos? 

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