No quería mentir, prefería la
omisión o la ocultación.
Había intentado pasar por el asunto
de puntillas, callar hasta que escampase.
No quería hablar del tema, le ponía
malo. No había llegado hasta allí para exponerse a la luz de los taquígrafos.
El tiempo se le puso farragoso y ya
de forma ineludible debía enfrentarse al tema. En vivo y en directo. Ante las más altas estancias.
Entre la espada y la pared sintió la garganta cuando se vio encima del cajón con toda una jornada por delante.
Hizo un amago de ir diciendo todo lo
que debería decir, aunque lo más importante lo dejaba para más tarde.
Perdón por su responsabilidad
indirecta, por no haber estado más fino al elegir a su equipo y no evitar lo
que otros hicieron.
Se le recordó que no se preguntaba
por terceros, aunque también, sino por lo que hizo y sabía él mismo.
Cuando llegó la hora decisiva se le
veía mirando el reloj de reojo, como esperando que sonase pronto la campana.
Hizo lo que mejor sabía hacer. Puso
el ventilador, paso al ataque como mejor defensa, habló de otros y se presentó como
victima de circunstancias ajenas a su persona y su voluntad.
Le recordaron que él era el timonel
y que el barco era suyo, y que como
capitán no se escudara en grumetes y polizontes.
Dijo poco y en oblicuo, de pecados
añejos y ajenos. Sacó pecho, presumió de su trayectoria.
Nada dijo sobre lo que se le
preguntaba ni de lo que se esperaba de él.
Rehuyendo del fregado. Que suerte el poder contestar con
otra pregunta o lanzar un exabrupto o faltar al que pregunta o dar la callada
por respuesta o salir por peteneras.
No se mojó, omitió, ocultó y procuró
no decir nada que se presentase después con pruebas irrefutables. Suspiró
cuando vio que el tiempo se agotaba, y pensó en las vacaciones que le esperaban
para transmitir alegría.
Había cumplido, mas..El asunto no
estaba zanjado.
Temió el final de las vacaciones,..En
un nuevo asalto.
Movilizaría a sus asesores para
buscar un atajo, cerrar aunque fuese en falso, ganar tiempo hasta la primavera
para que las cuentas mejorasen y auxiliasen cualquier otro parámetro.
El otoño sería su Rubicón. Primaría
el silencio negativo, la transparencia inconsistente, la madurez callada.
Nada mejor que un buen silencio. No
se falta si el verbo no existe.
En otoño esperaba silencio cerca y
bullicio lejano.
En el invierno escabroso para carnaval encargaría un disfraz de El Cobrador del Chal.
La primavera estaba lejos, si llegaba demostraría que la mejor excusa es la que no se da.