Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



domingo, 16 de junio de 2013

La trasgresión o el arte de no quedar impasible

La idea estaba cuajada tras varios días sobre ella. La palabra “austericidio” era recurrente por lo que debía aparecer en el título. Buscando rima en pareado el titulo final sería: “No hay mayor fastidio que un torpe austericidio”. Trataba sobre los recortes y la austeridad que los imponía que ya en inicio se sabía que por si mismos solo podrían ahondar el agujero de esta crisis de apariencia tan artificial e irracional. Alguien había decidido que había que bajar el nivel de la deuda soberana y con los recortes no hacía más que crecer. La gente con la economía de vía estrecha o no podía o no debía gastar con lo que bajaban los ingresos fiscales que para compensar la bajada de caja se aumentaban los impuestos que en un círculo infernal recortaban la cartera ciudadana ya bastante estrangulada y aún bajaba más la recaudación, la deuda aumentaba, el déficit crecía y los derechos ciudadanos menguaban. La espiral austericida.

El tema necesitaba una imagen que escenificase la historia, y como todas las entradas en paradoja me había llevado a pensar en una composición con unos objetos que escenificaban simbólicamente la historia: unas tijeras recortadoras, una cebolla llorona, una guinda pastelera, una pelota hecha con la hoja salmón de un suplemento de economía, una hoja cultural en la base, y unos trozos de pan dulce.



El autor no debe explicar su obra para dejar que el receptor saque sus propias conclusiones, pero en este caso tampoco creo que hiciese mucha falta.

Las tijeras clavadas en pie sobre la cebolla sujetada por el pan aprisionarían la guinda quedando al lado la pelota de papel salmón y todo ello sobre la página cultural. Chupado, solo que las tijeras no quedaban en pie.
Mientras intentaba afanosamente mantener el equilibrio de la composición que de forma inestable me impedía realizar la fotografía un adolescente entró en la habitación al que pedí ayuda para conseguir que quedase en pie la tijera sobre la cebolla. La ayuda fue negada en rotundo. Insistí sin dejar de lograr la faena yo solo, mientras le explicaba que se lo agradecería muchísimo, el adolescente impasible me espetó:
-         No porque lo que estás haciendo es una tontería.

Le seguí explicando, sin dejar de intentar la faena, que para mi era muy importante y que consideraba la composición que estaba realizando de alto valor simbólico, volviendo a rogarle su ayuda. Con un grito y pretextando su necesidad de desayunar abandonó la habitación.

No sin penuria al fin logré el equilibrio deseado de los objetos y realice un montón de fotografías en diversas posiciones.

Cuando hube acabado me fui hasta donde estaba el adolescente e intenté explicarle como el año anterior le había prestado el libro de Karl Jung “ El hombre y sus símbolos” y le animé a que lo leyese o al menos que mirase sus múltiples fotografías y leyese sus pie de foto.

Aproveche su desconcierto para explicarle el contenido simbólico de la obra a la que no me había ayudado a realizar: el llanto y la cebolla, la tijera y la crisis, el papel de periódico con la economía y la cultura, el pan de si mismo y la guinda del pastel decrecido.

Como explicación global de la obra le señale, como le había intentado resumir desde su infancia, el valor de una palabra clave: trasgresión o el arte de que una obra, aparte de su formato, sea capaz de no dejar impasible.  

Luego, con desagrado tuvo que oír un sermón sobre la capacidad de negar ayuda al prójimo que se la solicita y permanecer tan impasible como si se tratase de una obra que no inspira nada o no se le hace caso. El sermón concluyo con una sentencia: Ayúdate a ti mismo, ayudando a los demás.


Este relato fluyo de las musas como un manantial en una primavera tan llovida como esta y al concluirlo se lo pase al adolescente para que lo leyera. Al rato devolvió el escrito y soltó un reconfortante:
-         Muy bien, enhorabuena.

Me sonó a gloria, tanto que no me quepo de gozo.

1 comentario:

  1. Vaya, vaya, con el o la adolescente
    son todos iguales, poco complacientes
    si el tema hubiera llevado a un smartphone
    seguro que hubiera tenido otra predisposición
    pero lo mejor de todo es la buena nueva
    de que te dió la enhorabuena

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