Sobre ubres campechanas
Descansa esta gran avidez,
Repiquetean las campanas
De la muy temible dejadez.
Hay ya tantos loros finos zampando chocolate
Que las cuentas de loro son hoy tan voraces,
Más caras salen que bananas comiera un primate,
Cortar el chocolate psitaceo no sería un dislate.
No se comprende que se cargue más carga
Sobre la curva, débil y diminuta espalda,
Disfrutando los gordos de la manga larga,
Bailando los flacos con la más corta falda.
Tras los cristales oscuros de la opacidad
Los ordeños se suman de forma pasmosa,
Considera menos sórdida la triste realidad
Cuando las ordeñadas parecen hermosas.
Unas pocas gimen tan desesperadas,
En las plazas tristes de la operadora,
Cantando en voz alta la ilusión
soñada
De romper la atadura de la
ordeñadora.
La harina como premio consuela a otra
vaca,
Pensando que la ubre al fin no es
tan sobada,
Y cantando esta canción olvida el
raca raca
Que pagando su pan se siente compensada.
Mientras la imaginación es la fuga
más usada.
La manada brama poco en crónica
desafinada,
Nadie impide que esta vaca sea tan ordeñada
Que aburrida muge la balada
desesperada.
Las ubres que en nombre de altos
valores,
Tantos y tantos anhelan tener en sus
dedos
O mamar los más mamarrachos ordeñadores,
Tienen grietas por donde se cuelan
enredos.
Que podría yo decir que todos ya no
sepan
Si cuando mujo quejas, alegría se
interpreta,
En yacijas de tantas que hace que no
quepan
En estas situaciones ya no sirven
las tretas.
Como una cordera que a la huerta
sale
Yo sola me arriesgo pues nadie me
saca.
Como se supone que siempre se vale,
Si bajo un ordeño me dan con la
estaca.
Para que tirar patadas al aire
enfadada
Y corresponder a aquel que me
embiste,
Si siento las patas juntas y atrapadas,
Al estar tan sola me bajan el
alpiste.
El rabo sujetan al techo si espanto la
mosca
Si molesto al moverme mientras se me
ordeña.
En un cajetin estrecho pronto se me recoloca,
A veces, si mujo un poco me
atan a una peña.
Si bajan los ingresos y aumentan los
gastos
Un nuevo ordeño y menor ración de
pasto,
Si el gasto crece y las cuentas no
salen,
Un ordeño más largo para las que
valen.
Si aumentan el gasto o se enfada el
dueño
Un ordeño nocturno a mitad del
sueño,
Si funciona lenta o se
rompe la ordeñadora
Otro nuevo ordeño para esta
servidora.
Ya pinten en oros, bastos o en
espadas
Solo restan las copas para esta
manada,
Si notas que tu ubre está
sobreordeñada,
Canta a coro conmigo esta desesperada balada.
La cuestión es que pasa lo que no
cae bien a mano:
No por mucho sobre ordeñar, amanece más
temprano.
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