(2ª Parte de El caso del pedestal
escaqueado).
Un sabueso no abandona jamás un
rastro, es mi lema, me digo y me diré mientras las fuerzas me acompañen. En
cada oficio van escritas sus reglas, la que no quiera pincharse que no se haga
costurera.
Siempre me gustó ser eso, un
rastreador de pistas, altruistas a veces. El caso del pedestal escaqueado reúne
todos los requisitos para que me ocupe de ello en mis ratos libres. Incluso es aborrecible, esta vez di un paso a ser un paladín de la reposición solo por que pienso que es una gran causa.
Es muy gordo que le sustraigan el
pedestal a la estatua del más magno pensador penibético de todos los tiempos o casi.
Harto de pasarme por la Cazona del
Parque y que ya ni siquiera me recibe el ordenanza aquel de la etapa
anterior que me contaba los rumores, y viendo que mi promesa de restablecer “el
escaqueado Pedestal” que habían escaqueado a la estatua
de Iben Gabirol, en los Jardines de Iben
Gabirol de la calle Alcazabilla.
( Foto 1: El humilde mira al suelo a
donde se encamina
su vida).
Mientras, para cumplir mi intención
de abrir una suscripción pública para levantar un pedestal a los pies del
insigne poeta y filósofo Iben Gabirol, convertido en ilustre nativo de a pie a
saber por qué y para que se le erigió una estatua que ya apenas se ve.
Aquel filósofo medieval se alegra en
su humilde parca de estar a nivel de sus paisanos, pero algunos de sus paisanos
consideran que el mismo que en sus mejores días se hizo llamar El Malaquí en
honor de la tierra que lo vio nacer se merecía mejor trato por parte de esta.
Yo mismo, para vencer el agravio, me aventuré a ser solícito y humilde también,
para abrir los corazones de mis cultivadas amistades con el fin de que con una
pequeña donación de cien euros por parte de ellos se pudiesen contratar las
obras y pedir los permisos para levantar un pedestal de obra y a ser posible
enfoscar con mármol de Macael.
Hubo unanimidad en indicarme que
aquella era una causa perdida y que ahora con los recortes era difícil que se
movilizasen los recursos necesarios para materializar la empresa. No querían
entender que era a ellos y no a los entes públicos a quien se solicitaba el
donativo.
Solamente la Agrupación local de
poetas y poetisas por las libertades rítmicas se ofreció a colaborar en la
venta de papeletas en el caso de que se procediese a una rifa solidaria.
No me pareció mala idea, así que
encargue de mi bolsillo dos mil papeletas de dos euros con concurso ante
notario esperando encontrar un notario que se prestase a realizar la
comprobación gratis total por amor al arte. Por El pedestal de Avicebrón El
Malaqui, denominé el concurso para no dar las mayores pistas.
Pensando que así, ayudando a un
poeta antiguo, me las quitarían de las manos empecé a venderlas por los
conocidos y concurrentes del vecindario.
La primera mañana no pudo ser más
gráfica, estos fueron lo primeros comentarios que me hicieron ante la propuesta
de venta de la papeleta:
-
P´al Mangui no, que no, que se pudra
el Mangui.
-
Pa Malaqui que pague el jeque, que
la champion lo necesita.
-
Pa una estatua, anda ya, ...con el
hambre que pasan los vivos.
-
Una carrera pedestal es un rollo, si
fuese una ciclista. Y en que equipo corre el Avicebrón?.
Ni que decir que ahora uso las
sobrantes papeletas para tomar notas en el reverso.
No me amilané y, aún así, entusiasta seguí las
pesquisas y la búsqueda de soluciones al escaqueado pedestal.
Así me decidí a escribir al mismísimo autor de
la escultura a California explicando semejante hurto a la decencia y altura de
miras del insigne filósofo, objeto de tanta admiración en otros tiempos y ahora
se apreciaba una desconsideración local indigna de la tierra que vio nacer a tamaño emérito poeta.
No creo que fuese por la información
que le envié, pero lo cierto es que Hamilton Reed Amstrong se personó en la
Costa del Sol y mostró su intención de ocuparse personalmente de restablecer el
agravio.
Hamilton por suerte fue a ver el
estropicio y al contemplar la desquiciada mirada que proyectaba el personaje, y viendo con tan poca altura de miras dada a su
esplendorosa obra, cogió un enfado enorme y se plantó en La Cazona y se hizo oír,
sobre todo por los periodistas que convocó a pie de la estatua sin pie, y como
los periodistas son los únicos que de verdad se hacen oír en estas latitudes
por los mandamases locales se montó un revuelo considerable.
(Foto 2: Se puede estar en el mejor
lugar en el peor sitio).
A partir de las quejas del autor de
la estatua y a instancia de los reporteros y de la autoridad local hubo
manifestaciones por parte del urbanista que escaqueo el pedestal al que no le
quedó mas remedio que justificar su rebajada acción aludiendo a la proximidad y
cercanía de Iben Gabirol con el pueblo y que así podía estar a la altura de las
gentes. Nada justificó de porqué facilitar las micciones de los canes en las
proximidades de donde debía estar el escaqueado pedestal. Tampoco justificó
porque esa cercanía con las gentes no se aplicó nunca a ninguno de los encumbrados
homenajeados en bronce o piedra de la veintena de estatuas repartidas por la
urbe.
Este sistema de proximidad
campechana es el empleado en algunas ciudades con personajes populares de
extracción popular -como las alegres hermanas tenderas de Compostela o de la animada
vendedora de periódicos de Cáceres- para que se fotografíen al lado los
turistas, pero pretender hacer lo mismo con un poeta insigne es demasiado.
El concejal de estatuas y estaturas se
justificó en el criterio técnico diciendo que se escaqueo el pedestal por “Prescripción
Facultativa”, como si de una enfermedad se tratase. Lo que hay que oír.
Alguien próximo habilitó unos
eurillos para que se depositasen unas flores a ras de tierra en los alrededores
de la estatua cultural y se pidió al concesionario de la terraza que se
colocasen unos geranios disimulando los toneles comerciales que alegrasen la
proximidad, por si aparecían los reporteros gráficos.
(Foto 3: las flores no ocultan las
ausencias y las salpicaduras del barro desgastan hasta el duro mármol).
Las asociaciones del barrio
insistieron en la incomodidad para el prócer patrio en tener rebajada la mirada
hacia donde los canes inyectaban sus pipís como si el monumento se tratase de
un vulgar “pipican”.
Al ver la noticia del enfado del
escultor me pasé por la Cazona. El ordenanza municipal volvió a recibirme como
si nada hubiese pasado y tratándome de forma solemne me explicó que había un
proyecto de reubicar a la efigie del sabio en la futura Plaza de la Judería
(que así se iba a llamar la proyectada Plaza de la Nieve) junto a la torre del
Centro cultural ya llamado Iben Gabirol, a escasos 20 metros de la ubicación
actual, pedestal incluido, para realce de este personaje que es la gloria de
esta ciudad. Bajo una higuera como cuenta la leyenda que fue enterrado. Que
detalle.
Menos mal que esta vez el pedestal y
el autor de la estatua sí que tuvieron quien les escriba. Digo yo.
Tal vez por ello le devuelvan un año de estos el
escaqueado pedestal.
(Foto 4: Una nueva edificación a la izquierda del poeta, tras un pasadizo se perfila una plaza que podría ser tan apropiada como la de la higuera de la librería del Museo Picasso).
Será un descanso que Al Malaqui
descanse sobre su legítimo pedestal.
Aquí no acaba la cosa, el instinto
de sabueso no abandona un rastro, yo seguí buscando el pedestal por las ocultas
dependencias municipales, mas no encontraba nada.
Supe que solo me podía guiar por mi
instinto y me dejé llevar hasta que buscando un poco de sol en esta fría
primavera, ¡zas! Allí estaba el pedestal. No se siquiera si era el pedestal
original, pero era un bonito pedestal que los despedestaleros no podrían negar
su existencia ni su conveniencia de ponerlo a los pies de Iben Gabirol u de
otro despedestalado insigne. En el Parque, entre la maleza, ¡zas! Allí estaba
el pedestal. Bonito como no habría otro pedestal en el sur, deteriorado por los
elementos y el abandono como se comprende por su existencia.
En el Parque frente al Puerto, el lugar
soñado de todo admirador de los grandes poetas. Que pongan a Vicente, a Miguel,
a Federico, a José Manuel, … o … que por
favor que pongan a Juan Ramón, pero que se elimine este desperdicio de pedestal
sin celebridad.
O si no, que pongan al que gane el
próximo festival de Eurovisión. Jejé.
Mejor que pongan al que una vez
estuvo allí, que seguro que si le bajaron es que era muy bueno y decía cosas
indecibles o inconvenientes.
(Foto 5: Un pedestal sin utilidad en
el Parque).
Allí mismo surgió esta canción:
El sol sumando con Gabirol.
Que esta Costa del Sol
Del vivir cuantitativo
Fue tierra de Gabirol
Tan distinguido nativo
Que su nombre llevó
Por todo lugar que fue
Con ese aire tan altivo
De la orgullosa nación.
Que en estas bellas Costas
De los bellos grandes Soles,
Hay muchos entes insignes
Sin sus obligados pedestales,
Mientras bellos pedestales
Están sin sus Ibn Gabiroles.
En muchos incógnitos lares
Rodeados de bellas flores,
Encumbran los miradores
Con tan altos ventanales,
Y en los sótanos bajadores
No oculten a intelectuales.
(Foto 5: Una nueva plaza entre calle
Granada Y calle Alcazabilla con un pasadizo entre ambas).
Aquí iría la estatua con su pedestal
(entre la calle Granada y la calle Alcazabilla con un pasadizo, que se ve al
fondo de la foto, que comunicaría ambas vías), en la que se iba a llamar Plaza
de la Nieve (por estar hace tiempos una fábrica de hielo) y que ahora se
llamaría Plaza de la Judería (por eso de hacer barrio) y que como está allí la
torre mudéjar donde está el centro Ibn Gabirol, pues que de paso también se podría
llamar así dicha plaza. Está a unos 20 metros de la actual ubicación de la
estatua. Lo que me dijo el ordenanza que es el que sabe.
Tal vez continuará o tal vez, por
fin, todo tiene su fin.