Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



domingo, 19 de mayo de 2013

El Pedestal de El Malaquí sí tiene quien le suscriba

El caso del pedestal escaqueado

(2ª Parte de El caso del pedestal escaqueado).

Un sabueso no abandona jamás un rastro, es mi lema, me digo y me diré mientras las fuerzas me acompañen. En cada oficio van escritas sus reglas, la que no quiera pincharse que no se haga costurera.

Siempre me gustó ser eso, un rastreador de pistas, altruistas a veces. El caso del pedestal escaqueado reúne todos los requisitos para que me ocupe de ello en mis ratos libres. Incluso  es aborrecible, esta vez di un paso a ser un paladín de la reposición solo por que pienso que es una gran causa.

Es muy gordo que le sustraigan el pedestal a la estatua del más magno pensador penibético de todos los tiempos o casi. 

Harto de pasarme por la Cazona del Parque y que ya ni siquiera me recibe el ordenanza aquel de la etapa anterior que me contaba los rumores, y viendo que mi promesa de restablecer “el escaqueado Pedestal” que habían escaqueado a la estatua de  Iben Gabirol, en los Jardines de Iben Gabirol de la calle Alcazabilla.

( Foto 1: El humilde mira al suelo a donde se encamina
               su vida).

Mientras, para cumplir mi intención de abrir una suscripción pública para levantar un pedestal a los pies del insigne poeta y filósofo Iben Gabirol, convertido en ilustre nativo de a pie a saber por qué y para que se le erigió una estatua que ya apenas se ve.
Aquel filósofo medieval se alegra en su humilde parca de estar a nivel de sus paisanos, pero algunos de sus paisanos consideran que el mismo que en sus mejores días se hizo llamar El Malaquí en honor de la tierra que lo vio nacer se merecía mejor trato por parte de esta. Yo mismo, para vencer el agravio, me aventuré a ser solícito y humilde también, para abrir los corazones de mis cultivadas amistades con el fin de que con una pequeña donación de cien euros por parte de ellos se pudiesen contratar las obras y pedir los permisos para levantar un pedestal de obra y a ser posible enfoscar con mármol de Macael.
Hubo unanimidad en indicarme que aquella era una causa perdida y que ahora con los recortes era difícil que se movilizasen los recursos necesarios para materializar la empresa. No querían entender que era a ellos y no a los entes públicos a quien se solicitaba el donativo.
Solamente la Agrupación local de poetas y poetisas por las libertades rítmicas se ofreció a colaborar en la venta de papeletas en el caso de que se procediese a una rifa solidaria.
No me pareció mala idea, así que encargue de mi bolsillo dos mil papeletas de dos euros con concurso ante notario esperando encontrar un notario que se prestase a realizar la comprobación gratis total por amor al arte. Por El pedestal de Avicebrón El Malaqui, denominé el concurso para no dar las mayores pistas.
Pensando que así, ayudando a un poeta antiguo, me las quitarían de las manos empecé a venderlas por los conocidos y concurrentes del vecindario.
La primera mañana no pudo ser más gráfica, estos fueron lo primeros comentarios que me hicieron ante la propuesta de venta de la papeleta:
-         P´al Mangui no, que no, que se pudra el Mangui.
-         Pa Malaqui que pague el jeque, que la champion lo necesita.
-         Pa una estatua, anda ya, ...con el hambre que pasan los vivos.
-         Una carrera pedestal es un rollo, si fuese una ciclista. Y en que equipo corre el Avicebrón?.

Ni que decir que ahora uso las sobrantes papeletas para tomar notas en el reverso.
No me amilané y, aún así, entusiasta seguí las pesquisas y la búsqueda de soluciones al escaqueado pedestal.

 Así me decidí a escribir al mismísimo autor de la escultura a California explicando semejante hurto a la decencia y altura de miras del insigne filósofo, objeto de tanta admiración en otros tiempos y ahora se apreciaba una desconsideración local indigna de la tierra que vio nacer a tamaño emérito poeta.

No creo que fuese por la información que le envié, pero lo cierto es que Hamilton Reed Amstrong se personó en la Costa del Sol y mostró su intención de ocuparse personalmente de restablecer el agravio.

Hamilton por suerte fue a ver el estropicio y al contemplar la desquiciada mirada que proyectaba  el personaje, y viendo con tan poca altura de miras dada a su esplendorosa obra, cogió un enfado enorme y se plantó en La Cazona y se hizo oír, sobre todo por los periodistas que convocó a pie de la estatua sin pie, y como los periodistas son los únicos que de verdad se hacen oír en estas latitudes por los mandamases locales se montó un revuelo considerable.

(Foto 2: Se puede estar en el mejor lugar en el peor sitio).
  
A partir de las quejas del autor de la estatua y a instancia de los reporteros y de la autoridad local hubo manifestaciones por parte del urbanista que escaqueo el pedestal al que no le quedó mas remedio que justificar su rebajada acción aludiendo a la proximidad y cercanía de Iben Gabirol con el pueblo y que así podía estar a la altura de las gentes. Nada justificó de porqué facilitar las micciones de los canes en las proximidades de donde debía estar el escaqueado pedestal. Tampoco justificó porque esa cercanía con las gentes no se aplicó nunca a ninguno de los encumbrados homenajeados en bronce o piedra de la veintena de estatuas repartidas por la urbe.

Este sistema de proximidad campechana es el empleado en algunas ciudades con personajes populares de extracción popular -como las alegres hermanas tenderas de Compostela o de la animada vendedora de periódicos de Cáceres- para que se fotografíen al lado los turistas, pero pretender hacer lo mismo con un poeta insigne es demasiado.

El concejal de estatuas y estaturas se justificó en el criterio técnico diciendo que se escaqueo el pedestal por “Prescripción Facultativa”, como si de una enfermedad se tratase. Lo que hay que oír.
Alguien próximo habilitó unos eurillos para que se depositasen unas flores a ras de tierra en los alrededores de la estatua cultural y se pidió al concesionario de la terraza que se colocasen unos geranios disimulando los toneles comerciales que alegrasen la proximidad, por si aparecían los reporteros gráficos.

(Foto 3: las flores no ocultan las ausencias y las salpicaduras del barro desgastan hasta el duro mármol).

Las asociaciones del barrio insistieron en la incomodidad para el prócer patrio en tener rebajada la mirada hacia donde los canes inyectaban sus pipís como si el monumento se tratase de un vulgar “pipican”.

Al ver la noticia del enfado del escultor me pasé por la Cazona. El ordenanza municipal volvió a recibirme como si nada hubiese pasado y tratándome de forma solemne me explicó que había un proyecto de reubicar a la efigie del sabio en la futura Plaza de la Judería (que así se iba a llamar la proyectada Plaza de la Nieve) junto a la torre del Centro cultural ya llamado Iben Gabirol, a escasos 20 metros de la ubicación actual, pedestal incluido, para realce de este personaje que es la gloria de esta ciudad. Bajo una higuera como cuenta la leyenda que fue enterrado. Que detalle.
   
Menos mal que esta vez el pedestal y el autor de la estatua sí que tuvieron quien les escriba. Digo yo.

Tal vez por ello le devuelvan un año de estos el escaqueado pedestal.


(Foto 4: Una nueva edificación a la izquierda del poeta, tras un pasadizo se perfila una plaza que podría ser tan apropiada como la de la higuera de la librería del Museo Picasso).
  
Será un descanso que Al Malaqui descanse sobre su legítimo pedestal.

Aquí no acaba la cosa, el instinto de sabueso no abandona un rastro, yo seguí buscando el pedestal por las ocultas dependencias municipales, mas no encontraba nada.
Supe que solo me podía guiar por mi instinto y me dejé llevar hasta que buscando un poco de sol en esta fría primavera, ¡zas! Allí estaba el pedestal. No se siquiera si era el pedestal original, pero era un bonito pedestal que los despedestaleros no podrían negar su existencia ni su conveniencia de ponerlo a los pies de Iben Gabirol u de otro despedestalado insigne. En el Parque, entre la maleza, ¡zas! Allí estaba el pedestal. Bonito como no habría otro pedestal en el sur, deteriorado por los elementos y el abandono como se comprende por su existencia.

En el Parque frente al Puerto, el lugar soñado de todo admirador de los grandes poetas. Que pongan a Vicente, a Miguel,  a Federico, a José Manuel, … o … que por favor que pongan a Juan Ramón, pero que se elimine este desperdicio de pedestal sin celebridad.

O si no, que pongan al que gane el próximo festival de Eurovisión. Jejé.

Mejor que pongan al que una vez estuvo allí, que seguro que si le bajaron es que era muy bueno y decía cosas indecibles o inconvenientes.

(Foto 5: Un pedestal sin utilidad en el Parque).

Allí mismo surgió esta canción:

El sol sumando con Gabirol.

Que esta Costa del Sol
Del vivir cuantitativo
Fue tierra de Gabirol
Tan distinguido nativo
Que su nombre llevó
Por todo lugar que fue
Con ese aire tan altivo
De la orgullosa nación.

Que en estas bellas Costas
De los bellos grandes Soles,
Hay muchos entes insignes
Sin sus obligados pedestales,
Mientras bellos pedestales
Están sin sus Ibn Gabiroles.
En muchos incógnitos lares
Rodeados de bellas flores,
Encumbran los miradores
Con tan altos ventanales,
Y en los sótanos bajadores
No oculten a intelectuales.

 (Foto 5: Una nueva plaza entre calle Granada Y calle Alcazabilla con un pasadizo entre ambas).

Aquí iría la estatua con su pedestal (entre la calle Granada y la calle Alcazabilla con un pasadizo, que se ve al fondo de la foto, que comunicaría ambas vías), en la que se iba a llamar Plaza de la Nieve (por estar hace tiempos una fábrica de hielo) y que ahora se llamaría Plaza de la Judería (por eso de hacer barrio) y que como está allí la torre mudéjar donde está el centro Ibn Gabirol, pues que de paso también se podría llamar así dicha plaza. Está a unos 20 metros de la actual ubicación de la estatua. Lo que me dijo el ordenanza que es el que sabe.

Tal vez continuará o tal vez, por fin, todo tiene su fin.





miércoles, 15 de mayo de 2013

La balada desesperada de la vaca sobreordeñada


Sobre ubres campechanas
Descansa esta gran avidez,
Repiquetean las campanas
De la muy temible dejadez.



Hay ya tantos loros finos zampando chocolate
Que las cuentas de loro son hoy tan voraces,
Más caras salen que bananas comiera un primate,
Cortar el chocolate psitaceo no sería un dislate.

No se comprende que se cargue más carga
Sobre la curva, débil y diminuta espalda,
Disfrutando los gordos de la manga larga,
Bailando los flacos con la más corta falda.

Tras los cristales oscuros de la opacidad
Los ordeños se suman de forma pasmosa,
Considera menos sórdida la triste realidad
Cuando las ordeñadas parecen hermosas.



Unas pocas gimen tan desesperadas,
En las plazas tristes de la operadora,
Cantando en voz alta la ilusión soñada
De romper la atadura de la ordeñadora.

La harina como premio consuela a otra vaca,
Pensando que la ubre al fin no es tan sobada,
Y cantando esta canción olvida el raca raca
Que pagando su pan se siente compensada.

Mientras la imaginación es la fuga más usada.
La manada brama poco en crónica desafinada,
Nadie impide que esta vaca sea  tan ordeñada
Que aburrida muge la balada desesperada.

Las ubres que en nombre de altos valores,
Tantos y tantos anhelan tener en sus dedos
O mamar los más mamarrachos ordeñadores,
Tienen grietas por donde se cuelan enredos.



Que podría yo decir que todos ya no sepan
Si cuando mujo quejas, alegría se interpreta,
En yacijas de tantas que hace que no quepan
En estas situaciones ya no sirven las tretas.

Como una cordera que a la huerta sale
Yo sola me arriesgo pues nadie me saca.
Como se supone que siempre se vale,
Si bajo un ordeño me dan con la estaca.

Para que tirar patadas al aire enfadada
Y corresponder a aquel que me embiste,
Si siento las patas  juntas y atrapadas,
Al estar tan sola me bajan el alpiste.

El rabo sujetan al techo si espanto la mosca
Si molesto al moverme mientras se me ordeña.
En un cajetin estrecho pronto se me recoloca,
A veces, si mujo un poco me atan a una peña.




Si bajan los ingresos y aumentan los gastos
Un nuevo ordeño y menor ración de pasto,
Si el gasto crece y las cuentas no salen,
Un ordeño más largo para las que valen.

Si aumentan el gasto o se enfada el dueño
Un ordeño nocturno a mitad del sueño,
Si funciona lenta o se rompe la ordeñadora
Otro nuevo ordeño para esta servidora.

Ya pinten en oros, bastos o en espadas
Solo restan las copas para esta manada,
Si notas que tu ubre está sobreordeñada,
Canta a coro conmigo esta desesperada balada.

La cuestión es que pasa lo que no cae bien a mano:
No por mucho sobre ordeñar, amanece más temprano.