Si se trata de meterse en líos... entonces "Vivan las caenas", que esto son cuatro ratillos y no dan para mucho más. Ahora que si se trata de disfrutar de la libertad, la primera, los primeros.
La palabra peligro inquieta siempre y lo primero a que obligan los genes es a huir, y solo si no compensa se trata de luchar por la subsistencia.
La libertad siempre se ha entendido como peligrosa, con dos peligros, uno, su consecución es peligrosa; dos, el no menos peligroso enigma de como disfrutarla sin poner en peligro la subsistencia.
El que la ha tenido siempre no sabe vivir de otra manera y no sabe lo que vale, el que no la ha tenido nunca no sabe como vivirla.
Las caenas tienen la ventaja de ignorar ambos peligros.
Los libertos cimarrones no saben qué hierbas comer sin indigestarse o intoxicarse, ni tienen la experiencia secular de las sociedades consolidadas, no quieren hacer cosas que, aunque útiles en la sociedad anterior, generan riqueza, como ser cicatero y no dar a cada cual lo que le corresponda. Se necesita un oficio límpido y por tanto menos competitivo... pobres, pero honrados y de nuevo esclavizados.
La libertad ofrece posibilidades muy poco consecuentes como la indolencia o el vivir al día, el libre albedrío tiene su recorrido y nadie escarmienta en cabeza ajena. La experiencia es una solución tardía y lejana.
No obstante, el mayor peligro para todos, a la larga, es la ausencia de libertad; la tiranía se sufre y se paga y se apaga. Sin libertad, fuero ancestral, nadie se asegura el porvenir.
¿Libertad, para qué? y así nos fue.
Subido en su roca
el blanco se crece
sus torres enroca,
sabe que se cuece.
Disfruta la bicoca
que siempre parece
se le abre la boca
ganar adormece.
Repartir estopa
es que se merece
lo suyo coloca
que nada le reste.
Peligro y Libertad solo son paralelos.